Recompensa espiritual: Él dará vida eterna a los que, perseverando en las buenas obras, buscan gloria, honor e inmortalidad

Lo que buscamos tarde o temprano lo encontramos, esta búsqueda puede ser consciente o no, eso no importa, pero nuestro interior tarde o temprano se impone y se revela, este es un principio de la Gnosis espiritual, hay personas que tienen mas facilidad que otras para saber lo que realmente son. Demos un ejemplo de esto, tenemos una fobia, ¿de donde viene? ¿como la adqurimos?, muchos aspectos de la personalidad a veces son dificiles de asumir, a una persona que sufre una fobia le puede llevar años entender esas respuestas.
El maestro Jesús es claro cuando nos revela el misterio de la Gnosis, el Reino de los Cielos es un tesoro escondido, esta ahi en nuestro interior y lo tenemos que descubrir, sacarlo afuera; el Reino de Dios es autoconocimiento, si inclinamos el corazón al pecado, la malaventuranza nos llegará, en cambio si inclinamos el corazón hacia el amor de Dios, la bienaventuranza recibiremos. El corazón antes que nada nos dictamina el sentido del camino sea consciente la elección o no: pecamos o vivimos rectamente, pero luego nuestras acciones determinan nuestras recompensas, alcanzamos los frutos del espiritu o recibimos las obras de la carne (Gálatas 5:19-23).
Esto que nos explica Jesús, también lo describe el apóstol Pablo, tenemos la libertad de elegir y podemos justificar nuestras acciones negando lo que somos, pero vivimos en un universo sujeto a leyes éticas, y una de esas leyes es la ley de la siembra y la cosecha, lo que nos dice esta ley es que lo que sembramos eso mismo cosechamos: «Porque Dios ´pagará a cada uno según lo que merezcan sus obras´» Romanos 2:6.
Y luego Pablo continua y explica que si dirigimos nuestro corazón a Dios recibiremos el bien supremo, que implica el autoconocimiento, y que es la vida eterna o adoracion de la sabiduria, la recompensa espiritual en su mayor grado: «Él dará vida eterna a los que, perseverando en las buenas obras, buscan gloria, honor e inmortalidad» Romanos 2:7. La vida eterna es el don espiritual que nos hace participes de la vida espiritual de los ángeles y nos otorga la semejanza a Dios.
En cambio si dirigimos nuestro corazón hacia la busqueda de los placeres del cuerpo y las riquezas obtendremos la recompensa correspondiente: «Pero los que por egoísmo rechazan la verdad para aferrarse a la maldad recibirán el gran castigo de Dios» Romanos 2:8.
En definitiva el trabajo espiritual consiste en descubrir lo que somos (autoconocimiento), de donde venimos (instrospeccion interior) y hacia donde vamos (profecia o destino).

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Jesús es el hijo del hombre en la Biblia: «Yo soy el camino, la verdad y la vida», Juan 14:6

Jesús nos enseña que él personifica la rectitud de Dios, Jesús es el hijo del hombre. La rectitud no es una virtud, la rectitud es una perfección, la rectitud es el máximo principio ético del hombre, y por lo tanto un don espiritual: «Por tanto, sean perfectos, así como su Padre celestial es perfecto», Mateo 5:48. La rectitud es la vida en gracia de Dios, la rectitud no es «no pecar» ni tampoco la regla de plata; la rectitud es una exigencia que nos coloca frente a la necesidad del bien, la rectitud es la regla de oro: «Así que en todo traten ustedes a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes. De hecho, esto es la ley y los profetas» Mateo 7:12. Por este don espiritual imitamos al Señor Jesús y somos participes del Reino de los Cielos y de sus bendiciones y promesas: «Por tanto, imiten a Dios, como hijos muy amados» Efesios 5:1, así lo explica el apóstol Pablo.
El don espiritual de la rectitud tiene tres características que lo definen, la rectitud es camino, verdad y vida. La rectitud es camino porque los dones son progresivos, los dones se viven porque se crece, todos tenemos un ranking o un millaje de rectitud, cuanto mayor es nuestro ranking más cerca estamos de nuestro Señor Jesús, de su sabiduría y de la iluminación espiritual interior, también conocida como Gnosis.
La rectitud también es verdad porque es lo preciso y lo exacto, la rectitud es lo opuesto al error, al pecado. Este don nos ilumina interiormente, nos llena el corazón de felicidad y alegría, recordemos que Aristóteles nos explica que a mayor virtud mayor felicidad, la rectitud es una forma de virtud perfecta, y nos hace saber la voluntad de Dios para nuestras vidas. La rectitud como don nos da una mayor calidad de vida y no lleva hacia la longevidad (don espiritual de la Inmortalidad).
La rectitud también es vida, porque cuando la verdad no es suficiente es necesaria la vida, como en el caso de las mentiras piadosas. Un caso de rectitud es la parábola del buen samaritano, esta parábola está como recordatorio permanente de cómo deben obrar los cristianos en un mundo dominado por la opresión, la mentira y el engaño, frente a nuestro prójimo seguimos de largo y hacemos como que no miramos o salimos a ofrecer nuestra ayuda, Jesús nos explica que tenemos que elegir.

Dios es amor: Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a nuestros hermanos

El apóstol Juan en su primera epístola nos habla de como tenemos que vivir para alcanzar la promesa de la verdadera vida, la vida que una vez obtenida no puede ser quitada, por eso es vida eterna, porque nos acompaña para siempre: «Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero» Juan 17:3.
En la doctrina del Reino de los Cielos, el dominio de las perfecciones divinas, esta vida es un imperativo, una exigencia, porque el verdadero bien del hombre no es la felicidad, sino que es alcanzar la integridad o la madurez, sino somos íntegros no podemos conocer la gracia y el misterio de Dios. Por eso nos dice la Biblia es ante todo necesario un cambio de mirada, porque el que permanece en el pecado no puede conocer el amor de Dios (Ágape) y la vida contemplativa nos explica Juan: «Todo el que comete pecado quebranta la ley; de hecho, el pecado es transgresión de la ley.» 1 Juan 3:4.
Por eso hay una elección de excluyente para recibir el amor sobrenatural, es decir la gracia de lo alto; la vida recta por un lado, y una vida llena de pecados por el otro, elegimos entre el camino de Abel y el camino de Caín: «Ninguno que haya nacido de Dios practica el pecado, porque la semilla de Dios permanece en él; no puede practicar el pecado, porque ha nacido de Dios. Así distinguimos entre los hijos de Dios y los hijos del diablo: el que no practica la justicia no es hijo de Dios; ni tampoco lo es el que no ama a su hermano» 1 Juan 3:9-10.
El apóstol nos enseña una regla para reconocer el verdadero amor y diferenciarlo del mal amor: «Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a nuestros hermanos. El que no ama permanece en la muerte. Todo el que odia a su hermano es un asesino, y ustedes saben que en ningún asesino permanece la vida eterna» 1 Juan 3:11.
Y este amor nos dice el apóstol debe traducirse en hechos concretos: «Si alguien que posee bienes materiales ve que su hermano está pasando necesidad y no tiene compasión de él, ¿cómo se puede decir que el amor de Dios habita en él? Queridos hijos, no amemos de palabra ni de labios para afuera, sino con hechos y de verdad.» 1 Juan 3:17-18.
Porque al final Dios esta presente y premia a quienes lo buscan: «Dios es más grande que nuestro corazón y lo sabe todo. Queridos hermanos, si el corazón no nos condena, tenemos confianza delante de Dios, y recibimos todo lo que le pedimos porque obedecemos sus mandamientos» 1 Juan 3:19-22.

Las mejores frases de Platón sobre la vida, el amor y la felicidad

«Los que filosofan en el recto sentido de la palabra se ejercitan en morir»
Fedón, de Platón.

«La opinión es un estado intermedio entre la ignorancia y el conocimiento»               El Banquete, de Platón

«Lo semejante busca lo semejante»                 
El Banquete, de Platón

«Los ignorantes ni aman la sabiduría ni desean hacerse sabios, pues en esto precisamente es la ignorancia es una cosa molesta»      
El Banquete, de Platón

«La mayor injusticia es parecer justo sin serlo»
Platón

«Conócete a ti mismo»
Platón

Ética y moral en los evangelios.

Los evangelios enseñados por Jesús son fundamentalmente tratados sobre ética, de allí la dificultad de la lectura de las sagradas escrituras.
La ética trata sobre el estudio sobre el bien y el mal. Jesús nos dice: «Yo soy el camino, la verdad y la vida», Juan 14:6. Camino, verdad y vida son las características del bien, de la rectitud; Jesús personifica el bien, Jesús es «hijo del hombre», Jesús personifica los dones y atributos divinos de Dios: el hombre busca los dones de Dios (el hombre se hace «hijo de Dios») y al revés, los dones de Dios se hacen persona en Cristo (Dios se hace «hijo del hombre»). Los dones son perfecciones (Tomás de Aquino). El bien es camino porque nos hacemos buenos haciendo actos de bondad, también es la verdad porque el bien es lo preciso y lo exacto, y ademas es vida, ¿que pasa cuando para salvar una vida hay que mentir?, cuando la verdad no es suficiente el bien es ademas vida. Precisión y exactitud son características de la verdad.
El bien en la práctica es además actuar siempre por principios.
La ética explica que en nuestras decisiones y elecciones tenemos dos opciones: acertamos (damos en el blanco) o fallamos (error).
Y es en este punto donde surge la doctrina de la justificación; la conversión a la fe cristiana es el paso de la esclavitud del error a la libertad de la verdad. En el mensaje de Cristo recibir al «espíritu santo» significa «liberarnos del error», el pecado en esencia es una forma de la falla. Los bienaventurados son personas precisas y exactas. Damos en el blanco o fallamos, somos esclavos de nuestros errores.
Jesús enseñaba por parábolas porque el bien (precisión y exactitud), requiere del pensamiento progresivo (desarrollo del pensamiento), el bien es edificante, difusivo, progresivo. El bien es una naturaleza, todo ser desea su bien o perfección: «sean perfectos como el padre es perfecto», Mateo 5:48.
El sermón de la montaña en el evangelio de Lucas se divide en 4 bienaventuranzas y 4 maldiciones, las bienaventuranzas son el plan de Dios, son la expresión del pensamiento de Dios en el plano etico-moral, es decir las bienaventuranzas son una estructura supra-ética que asegura bendiciones para los que buscan las perfecciones de Dios (dones espirituales) y maldiciones para los que practican el error y que buscan los bienes aparentes de la vida.
Vivimos justificados o no, vivimos según el espíritu o vivimos según la carne, pecamos o vivimos rectamente, fallamos o acertamos.

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