Las bendiciones de Dios: Cómo podemos alcanzar la prosperidad y la riqueza según la biblia

La Biblia nos enseña sobre una riqueza bien asentada y otra que no. La riqueza bien asentada es la riqueza unida al temor de Dios y la sabiduría: «A quien venere el Señor, él le enseñará qué camino elegir; vivirá con prosperidad y su descendencia heredara la tierra», Salmo 25:12-13; «El que atiende a la palabra prospera. ¡Dichoso el que confía en el Señor!», Proverbios 16:20.
Vivir los dones nos explica la Biblia, y este vivir según el espíritu comienza con el temor de Dios (constancia, firmeza, devoción, ecuanimidad, estabilidad), el temor de Dios o Serenidad es el punto de partida, la buena tierra de la fe y el amor, el don que hace posible la conversión. La Serenidad trae consigo otro don la sabiduría («El temor de Dios es el comienzo de la sabiduría», Proverbios 1:7), la sabiduría es mentalidad progresiva, precisión y exactitud. Cuando tomamos una decisión procedemos con sabiduría o no, somos asertivos o fallamos, la sabiduría es el conocimiento de los medios correctos para vivir.
La riqueza y la prosperidad económica en la biblia tiene unos simples principios: precisión y exactitud, pensamiento progresivo, constancia y firmeza. Esta es la clave del éxito. Cuándo trabajamos sobre estas bases estamos actuando éticamente y estamos construyendo la riqueza sobre el verdadero bien del hombre: la verdad y la vida eterna (vida contemplativa, longevidad, felicidad de corazón). La riqueza en esta situación esta unida a la plenitud de los bienes espirituales en el hombre, como en el caso del Rey Salomón, cuya sabiduría proverbial estaba unida a la riqueza de un gran reino. Dios bendijo a Salomón y lo puso de ejemplo en la biblia sobre como debe proceder un hombre rico.
Hay en cambio otra riqueza que proviene de la codicia y de la mala inteligencia, esta es la riqueza mal asentada. Cuando la riqueza material esta disociada de la vida eterna (el conocimiento de Dios), y se produce una falsa sensación de seguridad y como nos enseña Jesús, el que acumula para si termina acumulando para otros:
«Y les dijo: Mirad y guardaos de toda avaricia; porque la vida de un hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.
También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho.
Y el pensaba dentro de si, diciendo: ¿Qué hare porque no tengo donde guardar mis frutos?
Y dijo: Esto haré: derribaré graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes;
y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate.
Pero Dios le dijo: Necio, esta Noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quien será?. Así es para el que hace para sí tesoro y no es rico para con Dios.», Lucas 12:16-21.
Los que siguen el camino del error (herejía), difícilmente prosperan y para eso dependen de los que les provea la suerte; la inconstancia y la codicia traen numerosos problemas y como dice el dicho: «Sembraron vientos y cosecharan tempestades», Oseas 8:7.
Tenemos que elegir entre el camino de la sabiduría y el camino del error, los dos caminos pueden producir riquezas diferentes, elegimos.

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