El hombre espiritual: «Así que no nos fijamos en lo visible, sino en lo invisible» 2 Corintios 4:18

La doctrina del Reino de Dios tiene un fundamento metafísico, de hecho cuando Jesús habla de los misterios del Reino de los Cielos esta hablando de los misterios de la metafísica. Aristóteles en su Libro Metafísica explica que hay dos tipos de objetos, los que podemos percibir con la inteligencia y los que podemos percibir con los sentidos físicos. Objetos que podemos percibir con la inteligencia son por ejemplo los números, la sabiduría, la bienaventuranza.
Comprender el funcionamiento de las realidades invisibles es fundamental para comprender la espiritualidad, la perfeccion de Dios se manifiesta en la perfeccion de sus obras: «Porque desde la creación del mundo las cualidades invisibles de Dios, es decir, su eterno poder y su naturaleza divina, se perciben claramente a través de lo que él creó, de modo que nadie tiene excusa» Romanos 1:20.
El apóstol Pablo nos explica que la guerra espiritual es la búsqueda por lo que es eterno y que no esta sujeto a cambios: «Así que no nos fijamos en lo visible, sino en lo invisible, ya que lo que se ve es pasajero, mientras que lo que no se ve es eterno» 2 Corintios 4:18. Pero para comprender esta enseñanza de Pablo necesitamos de una gracia especial, si vivimos como hombres naturales el mundo inmaterial no tiene ningún sentido: «El que no tiene el Espíritu no acepta lo que procede del Espíritu de Dios, pues para él es locura. No puede entenderlo, porque hay que discernirlo espiritualmente» 1 Corintios 2:14. En la Biblia hay una oposicion entre el hombre natural en el que prevalecen los placeres del cuerpo, y el hombre espiritual en el que prevalece la bienaventuranza.
El hombre espiritual es el hombre capacitado por la gracia del espíritu para comprender y captar con la inteligencia la verdad. La verdad existe, es lo preciso y lo exacto, la verdad es una concordancia, la verdad no es algo que dependa de la opinión personal. Sobre el hombre espiritual Pablo explica: «El que es espiritual lo juzga todo, aunque él mismo no está sujeto al juicio de nadie, porque ´´ ¿quien ha conocido la mente del Señor para que pueda instruirlo?´» 1 Corintios 2:15-16.

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Jesús es el hijo del hombre en la Biblia: «Yo soy el camino, la verdad y la vida», Juan 14:6

Jesús nos enseña que él personifica la rectitud de Dios, Jesús es el hijo del hombre. La rectitud no es una virtud, la rectitud es una perfección, la rectitud es el máximo principio ético del hombre, y por lo tanto un don espiritual: «Por tanto, sean perfectos, así como su Padre celestial es perfecto», Mateo 5:48. La rectitud es la vida en gracia de Dios, la rectitud no es «no pecar» ni tampoco la regla de plata; la rectitud es una exigencia que nos coloca frente a la necesidad del bien, la rectitud es la regla de oro: «Así que en todo traten ustedes a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes. De hecho, esto es la ley y los profetas» Mateo 7:12. Por este don espiritual imitamos al Señor Jesús y somos participes del Reino de los Cielos y de sus bendiciones y promesas: «Por tanto, imiten a Dios, como hijos muy amados» Efesios 5:1, así lo explica el apóstol Pablo.
El don espiritual de la rectitud tiene tres características que lo definen, la rectitud es camino, verdad y vida. La rectitud es camino porque los dones son progresivos, los dones se viven porque se crece, todos tenemos un ranking o un millaje de rectitud, cuanto mayor es nuestro ranking más cerca estamos de nuestro Señor Jesús, de su sabiduría y de la iluminación espiritual interior, también conocida como Gnosis.
La rectitud también es verdad porque es lo preciso y lo exacto, la rectitud es lo opuesto al error, al pecado. Este don nos ilumina interiormente, nos llena el corazón de felicidad y alegría, recordemos que Aristóteles nos explica que a mayor virtud mayor felicidad, la rectitud es una forma de virtud perfecta, y nos hace saber la voluntad de Dios para nuestras vidas. La rectitud como don nos da una mayor calidad de vida y no lleva hacia la longevidad (don espiritual de la Inmortalidad).
La rectitud también es vida, porque cuando la verdad no es suficiente es necesaria la vida, como en el caso de las mentiras piadosas. Un caso de rectitud es la parábola del buen samaritano, esta parábola está como recordatorio permanente de cómo deben obrar los cristianos en un mundo dominado por la opresión, la mentira y el engaño, frente a nuestro prójimo seguimos de largo y hacemos como que no miramos o salimos a ofrecer nuestra ayuda, Jesús nos explica que tenemos que elegir.

Vivir con gratitud: La alegría del corazón es la vida del hombre, la dicha le alarga los años.

Vivir con gratitud es una de las claves para una vida plena y llena de prosperidad. Vivir con gratitud nos impulsa a ser amables, gentiles, cordiales, generosos, primero con nosotros mismos y luego con el prójimo. La gratitud trae consigo un beneficio: la alegría. Un hombre alegre es un hombre que vive más y mejor: «El corazón alegre constituye buen remedio; mas el espíritu triste seca los huesos» Proverbios 17:22.
La gratitud esta asociada directamente a los pensamientos positivos, benévolos, constructivos, las personas agradecidas atraen hacia si todo lo que es armonioso y además la bendición de Dios y del universo: ¡Anda, come tu pan con alegría! ¡Bebe tu vino con buen ánimo, que Dios ya se ha agradado de tus obras! Eclesiastés 9:7.
Tenemos que comprender que practicar diariamente la gratitud es como poner todos los días nuestra moneda en una alcancía, la acumulación con constancia tiene efectos en el tiempo, así como el ahorro es la base de la fortuna, la gratitud es la base de las buenas amistades y de la felicidad.
El maestro de Sabiduría Ben Sirá nos regala en su libro una perlita de sabiduría, sobre lo que debemos evitar, las emociones negativas, porque traen consigo una desgracia, la ruina del hombre y en particular las peleas; y en cambio debemos desarrollar todo lo que es positivo y en este caso la gratitud y la alegría, porque nos agrega el sabio, estos dones son como un banquete, es decir nos traen gran provecho cuando los incorporamos a nosotros, a nuestra mente, a nuestro ser:
«No te entregues a la tristeza,
ni te atormentes con tus pensamientos.
La alegría del corazón es la vida del hombre,
la dicha le alarga los años.
Cálmate, tranquiliza tu corazón
y aleja de ti el enojo,
pues los pleitos han causado la muerte a muchos
y el enojo no trae ningún provecho.
La envidia y los pleitos acortan la vida,
y las preocupaciones hacen viejo antes de tiempo.
Un corazón contento es como un banquete
que trae buen provecho al que lo come.» Eclesiástico 30:21-25.

El hombre natural en la biblia: El que no tiene el Espíritu no acepta lo que procede del Espíritu de Dios

En la doctrina del Reino de los Cielos que nos presenta el apóstol Pablo hay una oposición continua entre el hombre espiritual y el hombre natural, el primero posee la gracia de la plenitud espíritu en cambio el segundo no. En la biblia el espíritu puede entenderse como el «deseo del bien» o la sabiduría inserta en el corazón del hombre. El hombre espiritual y el hombre natural representan mentalidades que se oponen entre si, una edificante, progresiva, asertiva, benévola; la otra caótica, destructiva, involutiva, injusta, retardante. La lucha ente el bien y el mal es eterna.
Pablo nos presenta estas lógicas del pensamiento de la siguiente manera: «El que no tiene el Espíritu no acepta lo que procede del Espíritu de Dios, pues para él es locura. No puede entenderlo, porque hay que discernirlo espiritualmente. En cambio, el que es espiritual lo juzga todo, aunque él mismo no esta sujeto al juicio de nadie, porque
´¿quién ha conocido la mente del Señor para que pueda instruirlo?´ , 1 Corintios 2:14-16.
El hombre natural razona de una manera muy especifica, su «ego», es decir su amor propio lo dirige hacia hacia los bienes aparentes, el dinero, el poder, la fama. Siguiendo este criterio el buscar la verdad no tiene ningún sentido, y menos preocuparse por el prójimo. El hombre natural se dice a si mismo que cada hombre tiene su propia concepción de lo que es verdadero.
La diferencia entre el hombre espiritual y el hombre natural la vemos con claridad en la parábola del buen samaritano (Lucas 10:25-37), el levita y el sacerdote son hombres naturales y frente a su prójimo necesitado pasan de largo, hay una cosificación del otro, es decir se lo percibe como a un objeto; en cambio el samaritano que es un hombre espiritual se conmueve y siente empatia, como resultado actúa de acuerdo a la regla de Oro; «haz por los demás lo que te gustaría que hicieran por ti», Mateo 7:12. Es por esto que las mentalidades se traducen en caminos: pecamos o vivimos rectamente, como lo explica el Salmo 1, el salmo de los dos caminos. La conducta del hombre natural esta ordenada a destrucción, en cambio la conducta del hombre espiritual esta ordenada a la contemplación de Dios, la misma vida eterna.

«Hijo del Hombre»: ¿Porqué Jesús usa esa expresión en la Biblia para referirse a él mismo?

El titulo «Hijo del Hombre» aparece por primera vez en el antiguo testamento en los libros de Ezequiel y Daniel. El Reino de Dios y el hijo del hombre están asociados entre si en un futuro próximo: «Estaba yo mirando en las visiones de la noche, y he aquí que en las nubes del cielo venía alguien como un Hijo del Hombre.», Daniel 7:13.
El libro de Daniel también llama al profeta hijo del hombre: «Luego vino cerca de donde yo estaba. Y cuando llegó, me atemoricé y me postré sobre mi rostro. Pero él me dijo: —Comprende, hijo del hombre, porque la visión tiene que ver con el tiempo del fin», Daniel 8:17.
Ezequiel, en el libro que lleva su nombre recibe el mismo título: «Me dijo: Hijo de hombre, come lo que hallas; come este rollo, y ve y habla a la casa de Israel.», Ezequiel 3:1. En el antiguo testamento la interpretación de este titulo es incierto.
Pero el Nuevo Testamento es mas específico. En Jesús, el titulo tiene una connotación especial. Jesús también, pero de un modo mas original, usa la expresión o el título, «Hijo del Hombre» en la Biblia para referirse a él mismo.
En el evangelio de Juan hay siete afirmaciones del «Yo soy»: «Yo soy el Pan de Vida», Juan 6:35; «Yo soy la luz del mundo», Juan 8:12; «Yo soy la Puerta», Juan 10:9; «Yo soy el Buen Pastor», Juan 10:11; «Yo soy la resurrección y la vida», Juan 11:25; «Yo soy la vid», Juan 15:5; «Yo soy el camino, la verdad y la vida», Juan 14:6.
Jesús personifica las perfecciones de Dios, es decir los dones y cualidades de Dios: «Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que esta en los Cielos es perfecto.», Mateo 5:48. Jesús es la segunda persona de la Santísima Trinidad junto con el Padre y el Espíritu Santo. Jesús hace en su persona, los dones de Dios (los dones son perfecciones), Jesús es la sabiduría es decir Jesús es la puerta y el pan de vida, Jesús es la guía de Dios: Jesús es el buen pastor y la luz del mundo; Jesús personifica el bien: Jesús es camino, verdad y vida.
El Reino de Dios se nos presenta como una doctrina de misterios, muchas de las enseñanzas de Jesús si bien tienen una base metafísica, no pueden ser interpretadas racionalmente, se necesita del don de ciencia: «Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las escrituras», Lucas 24:45.
El Reino de los Cielos tiene un doble sentido: el hombre busca la perseverancia de Dios, el hombre se hace «hijo de Dios»; y la perseverancia, que es un don espiritual, se personifica en Jesús, Dios se hace «hijo del hombre».