Las bienaventuranzas en el evangelio de Lucas son cuatro porque cuatro son los grados de perfección espiritual: imitación de Dios, semejanza a Dios, imagen de Dios y emulación de Dios. Los dones se agrupan en estos grados de perfección, a la imitación corresponden la rectitud, el mejoramiento continuo, la piedad y la misericordia; a la semejanza corresponde la sabiduría, el don de ciencia y el buen discernimiento, a la imagen los frutos del espíritu y a la emulación el don de consejo.
Imitar es replicar una conducta como por ejemplo el Buen Samaritano en Lucas 10:25-37 que imita a Dios al actuar conforme a la regla de Oro, esto es el don espiritual de la rectitud: «Así que en todo traten ustedes a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes» Mateo 7:12.
Este es el primer grado de perfección espiritual con el cual comenzamos nuestro camino espiritual, y este camino es progresivo, paulatino, edificante. Todos tenemos un ranking de rectitud, y cuanto mas elevado es este ranking, este nos predispone para alcanzar el segundo grado de perfección espiritual, pero para esto es necesario un paso previo que es la Gnosis.
La Gnosis, es la transformación de la conciencia hacia la verdad de Dios, el nacimiento de la conciencia crística: «De veras te aseguro que quien no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios» Juan 3:3. El amor natural del alma que es Philia, se transforma en el amor del espiritu que es Agape, a través de la acción del espiritu santo: «Y esta esperanza no nos defrauda, porque Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado» Romanos 5:5. Esta transformación espiritual nos capacita para la vida contemplativa, la percepción con la inteligencia de los atributos divinos de Dios: «Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú has enviado» Juan 17:3. Por la Gnosis recibimos la buena inteligencia, el discernimiento de las realidades espirituales y el amor por la virtud (sabiduría) y en esto consiste el segundo grado de perfección espiritual, la semejanza a Dios.
Habiendo recibido el amor al bien, el amor que nos hace semejantes a Jesús, comenzamos a vivir la perseverancia, la vida eterna que es la vida contemplativa, y la confianza en Dios y asi llegamos al tercer grado de perfección espiritual. Así nacen paulatinamente los frutos del espiritu, que nos dan la semejanza perfecta a Dios, es decir la imagen de Dios: «El fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio» Gálatas 5:22.
Por último tenemos al cuarto grado de perfección espiritual que es la emulación de Dios, es decir el arte de escuchar, el arte de sabio: percibe con atención, medita con intuición e inspiración, decide con discernimiento. La emulación es imitar con el deseo de igualar, es imitar captando la personalidad del imitado. Estos son los grados de perfección espiritual que definen la relación con Dios.
