Misterios de la Biblia: «Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último, el principio y el fin», Apocalipsis 22:13

Jesús en el libro del Apocalipsis se nos presenta de una manera misteriosa: «Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último, el principio y el fin», Apocalipsis 22:13. El alfa es la primera letra del alfabeto griego y omega la ultima, así como en la Biblia nos números tienen una simbología particular también las letras del alfabeto griego, la letra alfa simboliza el principio del tiempo, el momento que Dios creo los cielos y la tierra en el libro del Génesis, y omega el final del tiempo del Libro del Apocalipsis, es decir, la concreción del Reino de los Cielos entre los hombres. Jesús personifica el principio y el final de los tiempos, él es la eternidad misma de Dios, Jesús es eterno y coexistente con el Padre.
La eternidad es la posesión simultanea de todo el tiempo, pasado, presente y futuro, Dios existe desde un eterno presente, la eternidad es un atributo divino, es decir una perfección no transmisible de Dios, sólo Dios es eterno, nos explica Tomas de Aquino en su obra Suma de Teología. Esto tiene un sentido muy importante porque nos esta diciendo implícitamente que el tiempo es una propiedad del universo, por ejemplo, la pregunta: ¿Que hacia Dios antes de crear al mundo?. La pregunta no tienen ningún sentido porque el tiempo no existía antes de la creación de Dios, de hecho la metafísica nos explica que los objetos inmateriales, como la sabiduría, la verdad, el bien o los números, son objetos eternos e inmutables, es decir solo los objetos físicos están sujetos al cambio del tiempo.
Jesús nos esta explicando que nada esta mas allá de él, o que en él está contenida toda la historia de la humanidad, Jesús trasciende todo conocimiento del hombre, este es uno de los misterios más profundos de la Biblia, Jesús como la personificación de Dios, como «hijo del hombre». Esta afirmación de Jesús como personificación de los atributos de Dios tiene también otro sentido, es la octava y ultima afirmación, la más importante, la que completa los siete «yo soy» del evangelio de Juan, el siete representa el mundo, la creación fue hecha en 7 días, pero el 8 significa «un algo» superior al mundo material, y ese algo es la eternidad de Jesús.

Jesus transciende la historia de la humanidad, él es la eternidad misma.
Anuncio publicitario

La importancia del arte de escuchar en la Biblia, el profeta Daniel y el juicio a Susana, Daniel 13:1-64

El arte de escuchar es una antigua práctica que nos permite prestar atención a quienes nos rodean y además nos da la posibilidad de encontrar la verdad en situaciones donde está oculta o disimulada. La Biblia nos relata principalmente de 4 casos, dos en el antiguo testamento: el juicio del Rey Salomón a las dos prostitutas (1 Reyes 3:16-28), y Daniel en el juicio a Susana (Daniel 13:1-64); y dos en el nuevo testamento, el caso de Jesús y los denarios: «Entonces denle al césar lo que es del césar y a Dios lo que es de Dios» Mateo 22:21, y el caso de Jesús con la prostituta: «Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que tirela primera piedra» Juan 8:7.
El arte de escuchar (escucha, medita con intuición e inspiración, decide con creatividad y discernimiento) no tiene que ser confundido con la prudencia, la virtud moral de la prudencia busca la felicidad a través del ejercicio de la razón práctica, en cambio el arte de escuchar tiene su importancia porque es una perfección, un don espiritual, que tiene como fin encontrar el bien común, la verdad y la paz social, sus características mas distintivas son la precisión y la exactitud.
El Juicio a Susana comienza con una descripción de ella: «En Babilonia vivía un hombre muy rico llamado Joaquín. Tenía un gran jardín junto a su casa, y como era muy respetado, todos los judíos iban con frecuencia a visitarlo. Joaquín se había casado con Susana, una mujer muy hermosa que era hija de un hombre llamado Hilquías. Tanto Hilquías como su esposa eran personas muy honestas, y habían educado a Susana de acuerdo con las enseñanzas que Dios le había dado a Moisés, por eso ella obedecía a Dios en todo.» Daniel 13:1-4.
Pero dos ancianos que habían sido designados jueces y que frecuentaban la casa de Joaquín se habían enamorado de Susana, con lo cual deciden tenderle una trampa para tener relaciones intimas con ella; al encontrarla sola tomando un baño en el jardín de su casa se lanzan sobre ella y le piden su consentimiento para estar con ella, pero ella los rechaza, y con un escándalo comienza la acusación de Susana por adulterio.
Susana recibe la ayuda de su familia, pero con los testimonios de dos jueces en su contra su suerte esta echada, y es entonces que Susana pide la ayuda de Dios, y un joven llamado Daniel que se encontraba en el juicio recibe a inspiración de Dios. Daniel pide interrogar a los jueces por separado, y es allí que Daniel encuentra el error y la falsedad, al encontrar una contradicción en los dos testimonios. Susana salvó su vida, y Daniel pudo encontrar la verdad en un caso muy difícil, con lo cual la Biblia finaliza el relato: «Ese día, se salvó de la muerte a una mujer inocente. Susana no había hecho nada vergonzoso, y todos sus parientes le dieron gracias a Dios. A partir de ese día, Daniel fue muy respetado por todo el pueblo.» Daniel 13:63-64.
Y es así que se cumple un proverbio, que nos enseña la importancia de tener buenos guías espirituales: «Sin profecía el pueblo se desenfrena», Proverbios 29:18.

El hombre natural en la biblia: El que no tiene el Espíritu no acepta lo que procede del Espíritu de Dios

En la doctrina del Reino de los Cielos que nos presenta el apóstol Pablo hay una oposición continua entre el hombre espiritual y el hombre natural, el primero posee la gracia de la plenitud espíritu en cambio el segundo no. En la biblia el espíritu puede entenderse como el «deseo del bien» o la sabiduría inserta en el corazón del hombre. El hombre espiritual y el hombre natural representan mentalidades que se oponen entre si, una edificante, progresiva, asertiva, benévola; la otra caótica, destructiva, involutiva, injusta, retardante. La lucha ente el bien y el mal es eterna.
Pablo nos presenta estas lógicas del pensamiento de la siguiente manera: «El que no tiene el Espíritu no acepta lo que procede del Espíritu de Dios, pues para él es locura. No puede entenderlo, porque hay que discernirlo espiritualmente. En cambio, el que es espiritual lo juzga todo, aunque él mismo no esta sujeto al juicio de nadie, porque
´¿quién ha conocido la mente del Señor para que pueda instruirlo?´ , 1 Corintios 2:14-16.
El hombre natural razona de una manera muy especifica, su «ego», es decir su amor propio lo dirige hacia hacia los bienes aparentes, el dinero, el poder, la fama. Siguiendo este criterio el buscar la verdad no tiene ningún sentido, y menos preocuparse por el prójimo. El hombre natural se dice a si mismo que cada hombre tiene su propia concepción de lo que es verdadero.
La diferencia entre el hombre espiritual y el hombre natural la vemos con claridad en la parábola del buen samaritano (Lucas 10:25-37), el levita y el sacerdote son hombres naturales y frente a su prójimo necesitado pasan de largo, hay una cosificación del otro, es decir se lo percibe como a un objeto; en cambio el samaritano que es un hombre espiritual se conmueve y siente empatia, como resultado actúa de acuerdo a la regla de Oro; «haz por los demás lo que te gustaría que hicieran por ti», Mateo 7:12. Es por esto que las mentalidades se traducen en caminos: pecamos o vivimos rectamente, como lo explica el Salmo 1, el salmo de los dos caminos. La conducta del hombre natural esta ordenada a destrucción, en cambio la conducta del hombre espiritual esta ordenada a la contemplación de Dios, la misma vida eterna.

«Hijo del Hombre»: ¿Porqué Jesús usa esa expresión en la Biblia para referirse a él mismo?

El titulo «Hijo del Hombre» aparece por primera vez en el antiguo testamento en los libros de Ezequiel y Daniel. El Reino de Dios y el hijo del hombre están asociados entre si en un futuro próximo: «Estaba yo mirando en las visiones de la noche, y he aquí que en las nubes del cielo venía alguien como un Hijo del Hombre.», Daniel 7:13.
El libro de Daniel también llama al profeta hijo del hombre: «Luego vino cerca de donde yo estaba. Y cuando llegó, me atemoricé y me postré sobre mi rostro. Pero él me dijo: —Comprende, hijo del hombre, porque la visión tiene que ver con el tiempo del fin», Daniel 8:17.
Ezequiel, en el libro que lleva su nombre recibe el mismo título: «Me dijo: Hijo de hombre, come lo que hallas; come este rollo, y ve y habla a la casa de Israel.», Ezequiel 3:1. En el antiguo testamento la interpretación de este titulo es incierto.
Pero el Nuevo Testamento es mas específico. En Jesús, el titulo tiene una connotación especial. Jesús también, pero de un modo mas original, usa la expresión o el título, «Hijo del Hombre» en la Biblia para referirse a él mismo.
En el evangelio de Juan hay siete afirmaciones del «Yo soy»: «Yo soy el Pan de Vida», Juan 6:35; «Yo soy la luz del mundo», Juan 8:12; «Yo soy la Puerta», Juan 10:9; «Yo soy el Buen Pastor», Juan 10:11; «Yo soy la resurrección y la vida», Juan 11:25; «Yo soy la vid», Juan 15:5; «Yo soy el camino, la verdad y la vida», Juan 14:6.
Jesús personifica las perfecciones de Dios, es decir los dones y cualidades de Dios: «Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que esta en los Cielos es perfecto.», Mateo 5:48. Jesús es la segunda persona de la Santísima Trinidad junto con el Padre y el Espíritu Santo. Jesús hace en su persona, los dones de Dios (los dones son perfecciones), Jesús es la sabiduría es decir Jesús es la puerta y el pan de vida, Jesús es la guía de Dios: Jesús es el buen pastor y la luz del mundo; Jesús personifica el bien: Jesús es camino, verdad y vida.
El Reino de Dios se nos presenta como una doctrina de misterios, muchas de las enseñanzas de Jesús si bien tienen una base metafísica, no pueden ser interpretadas racionalmente, se necesita del don de ciencia: «Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las escrituras», Lucas 24:45.
El Reino de los Cielos tiene un doble sentido: el hombre busca la perseverancia de Dios, el hombre se hace «hijo de Dios»; y la perseverancia, que es un don espiritual, se personifica en Jesús, Dios se hace «hijo del hombre».

Qué nos enseña la Biblia sobre la importancia de mantener una buena conciencia ante Dios

La buena conciencia es fundamental porque todos juzgamos según nuestra propia medida: «Para los puros todo es puro, pero para los corruptos e incrédulos no hay nada puro. Al contrario, tienen corrompidas la mente y la conciencia», Tito 1:15.
Todos tenemos un tesoro en el corazón nos explica la Biblia y de ese tesoro es que nace tanto la buena conciencia como la mala conciencia: «El que es bueno, de la bondad que atesora en el corazón produce el bien; pero el que es malo, de su maldad produce el mal, porque de lo que abunda el corazón habla la boca.», Lucas 6:45.
Las personas con buena conciencia hacen de cada oportunidad, una oportunidad para ayudarse a si mismas y a los demás, están decididas a aprender, a mejorar, a perfeccionarse y a liberar a los demás de sus propias limitaciones y miserias: el bien es expansivo, de allí que nace la facultad de la empatía como en la Parábola del Buen Samaritano (Lucas 10:25-37), todos tenemos que hacer nuestra vida, pero siempre podemos hacernos un lugar para auxiliar a nuestros hermanos(nuestro prójimo). El buen samaritano es el ejemplo que nos pone Cristo para imitar: «Haz por los demás lo que te gustaría que hicieran por ti», Mateo 7:12.
La buena conciencia encierra en si misma de una bendición, nos libera del miedo: «En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.», 1 Juan 4:18.
Cuando cultivamos los buenos pensamientos dentro nuestro no esperamos de los demás cosas negativas o dañinas y eso nos libera de esa sensación de «miedo difuso» o de «miedo constante» que es típico de las personas mas negativas. El apóstol Pedro nos describe la buena conciencia: «Finalmente sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándonos fraternalmente, misericordiosos, amigables; no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición.», 1 Pedro 3:8-9.
La conciencia, es decir aquello que nos achaca constantemente lo que somos como personas es lo que nos conduce a los fines últimos de la vida humana, las obras de la carne para los que tienen mala conciencia y los frutos del espíritu para los que acercan su conciencia a Dios:
“Las obras de la naturaleza pecaminosa se conocen bien: inmoralidad sexual, impureza y libertinaje; idolatría y brujería; odio, discordia, celos, arrebatos de ira, rivalidades, disensiones, sectarismos y envidia; borracheras, orgías y cosas parecidas. Les advierto ahora, como antes lo hice, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. En cambio, el fruto del espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas.” Gálatas 5:19-23.

Las bendiciones de Dios: Cómo podemos alcanzar la prosperidad y la riqueza según la biblia

La Biblia nos enseña sobre una riqueza bien asentada y otra que no. La riqueza bien asentada es la riqueza unida al temor de Dios y la sabiduría: «A quien venere el Señor, él le enseñará qué camino elegir; vivirá con prosperidad y su descendencia heredara la tierra», Salmo 25:12-13; «El que atiende a la palabra prospera. ¡Dichoso el que confía en el Señor!», Proverbios 16:20.
Vivir los dones nos explica la Biblia, y este vivir según el espíritu comienza con el temor de Dios (constancia, firmeza, devoción, ecuanimidad, estabilidad), el temor de Dios o Serenidad es el punto de partida, la buena tierra de la fe y el amor, el don que hace posible la conversión. La Serenidad trae consigo otro don la sabiduría («El temor de Dios es el comienzo de la sabiduría», Proverbios 1:7), la sabiduría es mentalidad progresiva, precisión y exactitud. Cuando tomamos una decisión procedemos con sabiduría o no, somos asertivos o fallamos, la sabiduría es el conocimiento de los medios correctos para vivir.
La riqueza y la prosperidad económica en la biblia tiene unos simples principios: precisión y exactitud, pensamiento progresivo, constancia y firmeza. Esta es la clave del éxito. Cuándo trabajamos sobre estas bases estamos actuando éticamente y estamos construyendo la riqueza sobre el verdadero bien del hombre: la verdad y la vida eterna (vida contemplativa, longevidad, felicidad de corazón). La riqueza en esta situación esta unida a la plenitud de los bienes espirituales en el hombre, como en el caso del Rey Salomón, cuya sabiduría proverbial estaba unida a la riqueza de un gran reino. Dios bendijo a Salomón y lo puso de ejemplo en la biblia sobre como debe proceder un hombre rico.
Hay en cambio otra riqueza que proviene de la codicia y de la mala inteligencia, esta es la riqueza mal asentada. Cuando la riqueza material esta disociada de la vida eterna (el conocimiento de Dios), y se produce una falsa sensación de seguridad y como nos enseña Jesús, el que acumula para si termina acumulando para otros:
«Y les dijo: Mirad y guardaos de toda avaricia; porque la vida de un hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.
También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho.
Y el pensaba dentro de si, diciendo: ¿Qué hare porque no tengo donde guardar mis frutos?
Y dijo: Esto haré: derribaré graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes;
y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate.
Pero Dios le dijo: Necio, esta Noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quien será?. Así es para el que hace para sí tesoro y no es rico para con Dios.», Lucas 12:16-21.
Los que siguen el camino del error (herejía), difícilmente prosperan y para eso dependen de los que les provea la suerte; la inconstancia y la codicia traen numerosos problemas y como dice el dicho: «Sembraron vientos y cosecharan tempestades», Oseas 8:7.
Tenemos que elegir entre el camino de la sabiduría y el camino del error, los dos caminos pueden producir riquezas diferentes, elegimos.

Qué nos dice la Biblia sobre el don de la confianza o seguridad en Dios.

La fe y la esperanza son dones que se reciben con la conversión, es decir, con el paso de una vida llena de pecados a una vida de rectitud ( «Haz por los demás lo que te gustaría que hicieran por ti”, Mateo 7:12 ). La esperanza nos explica Tomás de Aquino es la seguridad de recibir la vida eterna, el conocimiento de Dios («Esto es la vida eterna, que te conozcan a ti, único Dios verdadero», Juan 17:3). Estos dones espirituales asisten al creyente porque la razón no puede percibir la verdad: «Pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, deje atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido.», 1 Corintios 13:10-12.
La percepción por parte de la mente de la verdad, es una consecuencia del nuevo nacimiento en el agua y el espíritu, en filosofía este nacimiento se denomina Gnosis: “De veras te aseguro que quien no nazca de nuevo no puede ver el Reino de Dios—dijo Jesús.
—¿Cómo uno puede nacer de nuevo siendo ya viejo?—pregunto Nicodemo ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el vientre de su madre y volver a nacer?
— Yo te aseguro que quien no nazca del agua y del espíritu no puede entrar en el Reino de Dios— respondió Jesús—. Lo que nace del cuerpo es cuerpo y lo que nace del espíritu es espíritu”, Juan 3:3-6
Cuando nacemos de nuevo recibimos la vida eterna y los dones que definen la integridad del hombre es decir los dones de sabiduría, entendimiento y discernimiento; y como consecuencia la esperanza se extingue o se realiza. Jesús explica esto con una bienaventuranza: «Bienaventurados los puros de corazón porque verán a Dios», Mateo 5.8. La visión de Dios hace que la fe y la esperanza den lugar a la confianza o seguridad en Dios. Este don acompaña la vida eterna, la vida contemplativa y el don de la perseverancia, la determinación diaria de evitar el mal obrando el bien. La confianza en Dios se considera la fe adulta, la fe perfeccionada por el don de ciencia. La seguridad es una comprensión diferente de la fe porque se perciben con la inteligencia las realidades divinas: «No mirando las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas», 2 Corintios 4:18.
La Fe y la esperanza, junto con la razón o la justicia son conceptos que no pueden aplicarse al hombre espiritual, porque el hombre espiritual no esta separado de Dios, sino en comunión con el: «En cambio, el que es espiritual lo juzga todo, aunque él mismo no esta sujeto al juicio de nadie, porque ´¿quien ha conocido la mente del Señor para que pueda instruirlo?´ Nosotros, por nuestra parte, tenemos la mente de Cristo.», 1 Corintios 2:15-16. También, «Pero el que se une al Señor se hace uno con él en espíritu», 1 Corintios 6:17.

La confianza es la fe perfeccionada por el don de ciencia.

La psicología del miedo a la muerte: Que nos dice y nos enseña la Biblia al respecto

El hombre según la Biblia esta constituido por tres partes: cuerpo, alma y espíritu. Cuando prevalece el cuerpo en el hombre tenemos que la conducta del hombre viene formada por la concupiscencia, el deseo desordenado hacia los bienes aparentes como la fama, el dinero o el poder. La concupiscencia tiene un efecto no deseable, el miedo a la muerte. Esto es así porque la mente se encuentra ocupada en aquellas cosas que pueden perderse con el paso del tiempo, la salud tiene un limite y la posibilidad de no poder disfrutar de los bienes en el futuro nos crea una gran inseguridad. El miedo a la muerte se vuelve intenso cuando nos convertimos en «buscadores de placer».
Platón siempre enseña en sus libros que los hombres deben buscar las verdades inmateriales, un ejemplo de esto es el mito de la caverna de Platón; esto en la Biblia tiene un equivalente, el espíritu, el maestro interior. Cuando elegimos vivir los dones espirituales, es decir cuando buscamos lo correcto y lo mejor, lo correcto por el don de consejo y lo mejor por la misericordia, estamos siguiendo a ese maestro interior que nos dirige hacia la verdad y como dice Jesús: «El amor os hará libres», Juan 8:31. En el hombre espiritual, el hombre integro el miedo a la muerte no existe por que el hombre posee el amor de Dios: «sino que el amor perfecto echa fuera el temor. El que teme espera el castigo, así que no ha sido perfeccionado en el amor», 1 Juan 4:18. Podríamos afirmar sin equivocarnos que el miedo a la muerte es inherente a la «incompletitud del hombre», esta es la base de la psicología del miedo; el nuevo nacimiento, el nacimiento del agua y del espíritu nos libera de las pasiones: «Nadie puede ver el Reino de Dios si antes no renace de lo alto», Juan 3:3.
Jesús viene a enseñarnos el Reino de Dios, el imperio o gobierno de las perfecciones divinas («Sean perfectos como el Padre celestial es perfecto», Mateo 5:48); y esto significa liberarnos de toda opresión y esto implica esa opresión que viene de los miedos mas profundos en el hombre: «librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre», Hebreos 2:15. El ejercicio de las virtudes purificativas como la misericordia y la piedad, es decir el ejercicio de los dones espirituales, liberan al alma de error y del excesivo amor hacia las cosas terrenas como consecuencia el miedo disminuye. Tenemos que elegir entre el amor a Dios y el amor al dinero nos enseña la Biblia: «Nadie puede servir a dos señores pues menospreciará a uno y amará al otro. No se puede servir a la vez a Dios y a las riquezas.», Mateo 6:24, tenemos que elegir entre el espíritu y la carne, el espíritu nos libera, en cambio la carne nos retiene, nos sujeta a servidumbre porque los miedos nos obligan muchas veces a acciones contrarias a la razón, y esas acciones se vuelven casi forzosas. Vivir libres de toda forma de miedo es la recompensa a una vida llena de misericordia hacia Dios y el prójimo, la piedad es el camino hacia la iluminación espiritual y la vida eterna, la mediación focalizada en los atributos divinos de Dios.

Sobre las maldiciones en la biblia: ¿dónde están, cuál es su significado, y cómo romper con ellas?

La biblia nos habla de maldiciones y bendiciones. Jesús en el Sermón del Monte nos da un grupo de bienaventuranzas con sus correspondientes bendiciones y un grupo de malaventuranzas con sus correspondientes maldiciones, estas están en el evangelio de Lucas.
Las bienaventuranzas o bendiciones, Lucas 6:20-22
¡Felices ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece!
¡Felices ustedes, los que ahora tienen hambre, porque serán saciados!
¡Felices ustedes, los que ahora lloran, porque reirán!
¡Felices ustedes, cuando los hombres los odien, los excluyan, los insulten y los proscriban, considerándolos infames a causa del Hijo del Hombre!
Las malaventuranzas con sus maldiciones, Lucas 6:24-26
Pero ¡ay de ustedes los ricos, porque ya han recibido su consuelo!
¡Ay de ustedes los que ahora están saciados, porque sabrán lo que es pasar hambre!
¡Ay de ustedes los que ahora ríen, porque sabrán lo que es derramar lagrimas!
¡Ay de ustedes cuando todos los elogien! Dense cuenta de que los antepasados de esta gente trataron así a los falsos profetas.
Las enseñanzas de Jesús en el Monte constituyen lo que se conoce como «el plan de Dios» o «el aspecto lógico de Dios», en otras palabras las bienaventuranzas describen «el principio ordenador del universo», en otras filosofías se conoce como Tao.
La bienaventuranza es un principio ordenador porque enseña, tienden al balance y retribuye, el acierto y el error tienen su retribución, premios para los progresivos, edificantes, justos, benévolos y castigos para los caóticos, los involutivos, los destructivos.
EL origen de la malaventuranza es la herejía, es decir la enseñanza del error, y su subproducto es la maldición. Cuando la herejía se transforma en un «acervo cultural», es decir cuando se traspasa de generación en generación como un «saber», surgen las maldiciones generacionales y los problemas «culturales», de difícil resolución, porque la gente se resiste al «cambio cultural», esto lo vemos con claridad en los países pobres y subdesarrollados, donde claramente el problema es la «cultura de la viveza» y el «oportunismo», una herejía del saber popular es «nadie hace la plata trabajando», este tipo de herejías que calan en la mentalidad de la gente común, destruyen la cultura del trabajo.
En el nuevo testamento tenemos varias herejías a las cuales se enfrentan Jesús y los primeros cristianos:
*La ley del Talión, «Ojo por ojo, diente por diente» en Mateo 5:38, una herejía contra la misericordia.
*»Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo» en Mateo 5:43, una herejía contra el amor al prójimo.
*La Simonía (Hechos de los Apóstoles 8:18-10), es decir el querer comprar cosas sagradas con dinero, en este caso dones espirituales.
*La ley de Moisés en Juan 8:7, la prostituta que debe ser apedreada por cometer adulterio.
Para romper con estas maldiciones generacionales, que en el fondo son problemas culturales o sociales, es necesario romper con la «cultura del error», con la «cultura de la herejía», es decir reconocerla y rechazarla.
Las herejías constituyen el verdadero enemigo de la enseñanza espiritual.
El que rechaza la herejía y acepta el camino de la sabiduría expulsa toda maldición y acepta los premios o bienaventuranzas de la vida espiritual, esta es la esencia del guerrero espiritual. Como nos dice el apóstol Juan, «el que practica la verdad alcanza la luz», Juan 3:21.

El concepto y la definición del bien común según la biblia y la filosofía. Análisis de ejemplos.

La biblia y la filosofía abordan el problema del bien común. La filosofía griega, en particular los trabajos de Aristóteles parten de la idea que el hombre desea la felicidad como bien supremo, y en pos de esto, los seres humanos se asocian entre si y fundan la «polis» o ciudad-estado. Según Aristóteles el hombre es por naturaleza egoísta sin tener en cuenta al otro. Del conflicto de intereses, surge la virtud de la justicia y de su administración a través de la virtud de la prudencia.
La virtud de la prudencia y la justicia aseguran la vida del hombre en sociedad, nos dicen Aristóteles en su obra «Política» y Ética a Nicómaco; y Platón en su obra la República. Pero hay una diferencia entre, el «vivir» y el «buen vivir».
Aristóteles y Platón sin decirlo, pero nos sugieren, que la virtud si bien tiene como fin la felicidad no pueden asegurar el bien común. Aristóteles en su obra «Politica» solo nos afirma que la existencia de la polis depende de la virtud moral, pero el bien común de la virtud perfecta y que el sabio es quien ejecuta este tipo de virtud como hombre semidivino. Platón nos habla del filósofo en su obra «La Republica» y que corresponde a este el liderazgo de la sociedad para el bien común. En esto consiste la idea de los folósofos clásicos sobre el problema y concepto del bien común.
La biblia en cambio aborda el problema del bien común desde una perspectiva diferente.
Jesús nos explica que el hombre se debate entre el espíritu y la carne, entre dios y el dinero, entre el pecado y la rectitud. La redención del hombre es el paso(o pascua interior)de una vida llena de pecados a una vida de rectitud, y esto se formaliza en el bautismo. La vida recta es actuar siempre por principios éticos:»haz por los demás lo que te gustaría que hicieran por ti», Mateo 7:12. La vida recta es «imitar a Jesús, es la vida en «gracia de Dios». Todos tenemos un ranking de rectitud, un ranking de misericordia, un ranking de perseverancia. La rectitud como la misericordia y la perseverancia son dones espirituales. Vivir según el espíritu es vivir los dones, la vida según la carne es practicar el pecado.
Esto se puede ver en un caso o ejemplo práctico de fundamental importancia: «la parábola del buen samaritano» en Lucas 10:25-37, frente al prójimo tenemos una elección de base: pecamos como el levita o el sacerdote y seguimos de largo, o actuamos con misericordia y rectitud ayudando al necesitado. La rectitud y el pecado son soluciones al comportamiento humano, por esto la «educación».
Cuando la rectitud, la misericordia se imponen entre los hombres surge el orden social ético, este orden es como «Dios desea que los hombres vivan», y se denomina «comunión» o «vida en común». De hecho el sacramento que sigue al bautismo es la comunión. ¿Por que? Por que el bien común (sacramento de la comunión) es una consecuencia de la vida recta (bautismo).
El fin de los dones espirituales es la vida eterna, la santidad y el bien común como lo explica el apóstol Pablo en su primera carta a los Corintios:
El bien común es un fruto de la vida según el espíritu según la biblia.
La biblia nos explica que todos tenemos la capacidad de obrar el bien, de obrar con rectitud, el problema del bien común es un problema de educación. Cuando los hombres se entregan a las pasiones y al error, el sentido de la rectitud como base del comportamiento ético y social se pierde, dando lugar a la mas oscura ignorancia.
La biblia nos llama a «vivir los dones», a buscar lo correcto y lo mejor en nuestro quehacer diario (lo correcto por el consejo y lo mejor por la misericordia), el bien común es una consecuencia lógica de esto.