El don de la seguridad en Dios: «Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra?» Romanos 8:31

La fe es aceptar el credo, nos explica Tomás de Aquino, la fe es lo que vincula al creyente con Jesús y su palabra, la fe es importante cuando aprendemos a imitar a Jesús («Por tanto, imiten a Dios, como hijos muy amados» Efesios 5:1), a seguir su camino de misericordia; pero además de esto hay una fe adulta o madura, que es la seguridad o confianza en Dios, esta seguridad es la concreción de la esperanza y el comienzo de la vida eterna, la vida que una vez obtenida no puede perderse: «Dichosos los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios» Mateo 5:8.
El don de la seguridad en Dios es una promesa de la que tenemos que ser conscientes nos explica el apóstol Pablo: «Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra?» Romanos 8:31.

La seguridad en Dios es la fe adulta o madura que nace de la visión de Dios

Pablo nos habla profusamente de los dones espirituales y nos explica: «Ustedes, por su parte, ambicionen los mejores dones» 1 Corintios 12:31. Los mejores dones son los dones que surgen luego de la Gnosis («Yo te aseguro que quien no nazca de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios» Juan 3:5), y entre ellos esta la confianza junto con la sabiduría, el entendimiento y el don de ciencia. Y esta confianza esta unida indefectiblemente al amor de Cristo (Ágape), el amor proyectado hacia toda la obra de Dios, el amor que nos hace semejantes al creador del cielo y de la tierra en espíritu y verdad: «¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia?» Romanos 8:35. La seguridad en Dios es un conocimiento especial de los misterios espirituales, porque así como hay una realidad material o física, también están las realidades espirituales o inmateriales, la mente se abre con el tercer ojo a la visión de Dios es decir a la vida contemplativa (Juan 17:3), cumpliendo con una profecía: «Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces» Jeremías 33:3. El Señor nos llama a realizar el Reino de los Cielos en el mundo.

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Misterios de la Biblia: «Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último, el principio y el fin», Apocalipsis 22:13

Jesús en el libro del Apocalipsis se nos presenta de una manera misteriosa: «Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último, el principio y el fin», Apocalipsis 22:13. El alfa es la primera letra del alfabeto griego y omega la ultima, así como en la Biblia nos números tienen una simbología particular también las letras del alfabeto griego, la letra alfa simboliza el principio del tiempo, el momento que Dios creo los cielos y la tierra en el libro del Génesis, y omega el final del tiempo del Libro del Apocalipsis, es decir, la concreción del Reino de los Cielos entre los hombres. Jesús personifica el principio y el final de los tiempos, él es la eternidad misma de Dios, Jesús es eterno y coexistente con el Padre.
La eternidad es la posesión simultanea de todo el tiempo, pasado, presente y futuro, Dios existe desde un eterno presente, la eternidad es un atributo divino, es decir una perfección no transmisible de Dios, sólo Dios es eterno, nos explica Tomas de Aquino en su obra Suma de Teología. Esto tiene un sentido muy importante porque nos esta diciendo implícitamente que el tiempo es una propiedad del universo, por ejemplo, la pregunta: ¿Que hacia Dios antes de crear al mundo?. La pregunta no tienen ningún sentido porque el tiempo no existía antes de la creación de Dios, de hecho la metafísica nos explica que los objetos inmateriales, como la sabiduría, la verdad, el bien o los números, son objetos eternos e inmutables, es decir solo los objetos físicos están sujetos al cambio del tiempo.
Jesús nos esta explicando que nada esta mas allá de él, o que en él está contenida toda la historia de la humanidad, Jesús trasciende todo conocimiento del hombre, este es uno de los misterios más profundos de la Biblia, Jesús como la personificación de Dios, como «hijo del hombre». Esta afirmación de Jesús como personificación de los atributos de Dios tiene también otro sentido, es la octava y ultima afirmación, la más importante, la que completa los siete «yo soy» del evangelio de Juan, el siete representa el mundo, la creación fue hecha en 7 días, pero el 8 significa «un algo» superior al mundo material, y ese algo es la eternidad de Jesús.

Jesus transciende la historia de la humanidad, él es la eternidad misma.

Discernir los signos de los tiempos: Pero el día del Señor vendrá como un ladrón en la noche. 2 Pedro 3:10

La biblia nos enseña que hay un discernimiento según el mundo y otro según Dios: «Al atardecer, ustedes dicen que hará buen tiempo porque el cielo está rojizo, y por la mañana, que habrá tempestad porque el cielo está nublado y amenazante. Ustedes saben discernir el aspecto del cielo, pero no las señales de los tiempos», Mateo 16:2-3.
El discernimiento según el mundo tiene que ver con la elección cotidiana que hacemos entre el bien y el mal, en este sentido todos «discernimos». Pero hay un discernimiento, que es don espiritual, que tiene que ver con saber interpretar los secretos del espíritu: «Pues el Espíritu lo examina todo, hasta las profundidades de Dios. En efecto, ¿quién conoce los pensamientos del ser humano sino su propio espíritu que está en él? Así mismo, nadie conoce los pensamientos de Dios sino el Espíritu de Dios» 1 Corintios 2:10-11. Un ejemplo de esto es José que interpreta los sueños del Faraón en Génesis 41.
La humanidad se encuentra en un estado intermedio entre el bien y el mal y el Reino de los Cielos es una promesa y una realidad que debe consumarse o realizarse plenamente en el futuro cercano, Jesús lo explica: «—Fíjense en la higuera y en los demás árboles. Cuando brotan las hojas, ustedes pueden ver por sí mismos y saber que el verano está cerca. Igualmente, cuando vean que suceden estas cosas, sepan que el reino de Dios está cerca» Lucas 21:29-31.
Todas las profecías son coincidentes, Nostradamus, Fátima, San Malaquías, el final de los tiempos y no el final del mundo esta por desarrollarse. Discernir los signos de los tiempos significa vivir preparados llevando una vida conforme a la misericordia y a la piedad esperando la llegada del Señor como las 5 vírgenes sabias y prudentes, de la parábola de las diez vírgenes (Mateo 25:1-13); la esperanza escatológica implica que la opresión y el problema del mal deben concluir con una batalla entre las fuerzas de la luz y la oscuridad, como lo explica el apóstol Pedro:
«Pero el día del Señor vendrá como un ladrón en la noche. En aquel día los cielos desaparecerán con un estruendo espantoso, los elementos serán destruidos por el fuego, y la tierra, con todo lo que hay en ella, será quemada.
Ya que todo será destruido de esa manera, ¿no deberían vivir ustedes como Dios manda, siguiendo una conducta intachable y esperando ansiosamente la venida del día de Dios? Ese día los cielos serán destruidos por el fuego, y los elementos se derretirán con el calor de las llamas. Pero, según su promesa, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva, en los que habite la justicia», 2 Pedro 3:10-13.

Protección Espiritual: A quienes el poder de Dios protege mediante la fe hasta que llegue la salvación. 1 Pedro 1:5

La protección espiritual en la Biblia nace de la comunión con la bienaventuranza. Dios predestina desde la eternidad (la eternidad es la posesion simultánea de todo el tiempo, Tomás de Aquino) a los bienaventurados para recibir una herencia ( la vida eterna, Juan 17:3), como lo explica la primera epístola del apóstol Pedro:
«Por su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo, para que tengamos una esperanza viva, y recibamos una herencia indestructible, incontaminada e inmarchitable. Tal herencia está reservada en el cielo para ustedes, a quienes el poder de Dios protege mediante la fe hasta que llegue la salvación que se hade revelar en los últimos tiempos», 1 Pedro 1:3-5.
Fundamentalmente una persona predestinada es una persona protegida, la bienaventuranza es escudo espiritual; el fin de la vida bienaventurada (vivir los dones espirituales) por el renacimiento espiritual (Juan 3:3-8), es la vida eterna, la vida que una vez obtenida no puede perderse, por eso es eterna, y con esta vida que una herencia indestructible que Dios nos adelanta en esta vida física, recibimos la guía de Dios y la instruccion del espiritu que nos da el don de consejo (escucha, medita con intuición e inspiración, decide).
Recordemos lo que nos dice la Biblia: «El camino de Dios es perfecto; la palabra del SEÑOR es intachable. Escudo es Dios a los que en él se refugian» Salmo 18:30. La bienaventuranza nos conduce a los mayores bienes espirituales:»Creen en él y se alegran con un gozo indescriptible y glorioso», 1 Pedro 1:8.
Un ejemplo de protección espiritual es José que recibe en sueños la visita de un ángel que le advierte el peligro que corre el niño Jesús: «Un ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo: ´Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto. Quédate allí hsta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo´ .
Así que se levantó cuando todavía era de noche, tomó al niño y a su madre, y partió para Egipto, donde permaneció hasta la muerte de Herodes» Mateo 2:13-14. También es proteccion espiritual cuando los fariseos le tienden una trampa a Jesús para encontrarlo en falta, al preguntarle si debian pagarle el impuesto al César o no, en Lucas 20:20-25; Jesus responde correctamente usando el don de consejo, emulando a Dios.

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El concepto de predestinación: Antes de formarte en el vientre, ya te había elegido. Jeremías 1:5

El concepto de predestinación tiene profundas consecuencias en la espiritualidad. La comprensión de este tema es fundamental, porque la espiritualidad no es como la filosofía, la filosofía nos dice que practicamos la virtud para ser felices. Pero la espiritualidad parte de una base que es la inclinación natural «del corazón» para adquirir sabiduría o la palabra de Dios y así ser merecedores no de la felicidad sino de la vida eterna.
Tomás de Aquino, el padre de la filosofía escolástica nos explica: «A Dios le corresponde predestinar a los hombres» Q 23 Art 1 Suma de Teología.
El apóstol Pablo añade: «Y a los que predestinó, a estos también llamó; y a los que llamó, a estos también justificó; y a los que justificó, a estos también glorificó.», Romanos 8:30.
Todos venimos a este mundo con la capacidad de obrar el bien, pero algunas personas reciben mas dones espirituales que otras. Esto en términos prácticos significa que para ser sabio, profeta o santo, o mejor expresado «para recibir el espíritu santo», se necesita de una predisposición de nacimiento, estas personas se podría decir que nacen con el mismo don espiritual de «temor de Dios» (devoción, constancia, firmeza, ecuanimidad, estabilidad), la formación o el estudio saca a la luz algo con lo que ya vienen estas personas, recordemos que Jesús nos explica que el Reino de los Cielos es como un tesoro escondido, es decir algo que ya esta en nosotros pero que tenemos que hacerlo consciente: «El reino de los cielos es como un tesoro escondido en un campo. Cuando un hombre lo descubrió, lo volvió a esconder, y lleno de alegría fue y vendió todo lo que tenía y compró ese campo.» Mateo 13:44-46.
La Biblia lo explica: «La palabra del SEÑOR vino a mí:´ Antes de formarte en el vientre, ya te había elegido; antes de que nacieras, ya te había apartado; te había nombrado profeta para las naciones.´», Jeremías 1:4-5.
La historia nos muestra algunos casos de personas predestinadas, como Juana de Arco, que salvó al Reino de Francia y cumplió con una antigua profecía sobre la «doncella de Lorena» que salvaría a su país.
En la Biblia cuando el ángel anuncia la concepción de Juan el Bautista y Jesús, ellos con concebidos en la misma gracia de Dios. El destino existe y la predestinación también y responden a algo superior, la Providencia divina que todo lo dispone; y como expresa Santo Tomás en el Suma de Teología: «Solo Dios conoce el número de los escogidos para ser colocados en la más sublime felicidad» Q 23 Art. 7.

Discernir profecías: Yo saldré, y seré espíritu de mentira en boca de todos sus profetas. 1 Reyes 22:22

Normalmente se entiende como discernir la capacidad de separar lo bueno de lo malo, desde este punto de vista todos discernimos. Pero la Biblia cuando nos habla de discernir espiritualmente, nos habla de discernir si lo que recibimos procede de Dios o no.
En la biblia discernir profecías es fundamental: «Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo.», 1 Juan 4:1.
En la Biblia hay un relato donde se narra la importancia de discernir profecías, cuando el Rey Acab decide ir a la guerra y consulta a los profetas:
«Y dijo Josafat: ¿Quieres venir conmigo a pelear contra Ramot de Galaad? Y Josafat respondió al rey de Israel: Yo soy como tú, y mi pueblo como tu pueblo, y mis caballos como tus caballos.
Dijo luego Josafat al rey de Israel: Yo te ruego que consultes hoy la palabra de Jehová.», 1 Reyes 22:4-5.
Era común en tiempos antiguos consultar videntes o profetas por cuestiones de guerras, por eso Josafat da ese consejo.
Entonces el Rey de Israel, llama a los profetas de su Reino, que eran alrededor de unos 400 y estos le dan una profecía favorable: ¿ Iré a la guerra contra Ramot de Galaad, o la dejaré? Y ellos dijeron: Sube, porque Jehová la entregará en mano del rey.», 1 Reyes 22:6.
Pero el Rey entonces duda porque esta rodeado de aduladores, personas que hacen de la religion una fuente de ganancias, frente a la duda sus consejeros le aconsejan llamar al profeta Micaías. Es entonces, con la profecia de Micaías, que se revela la verdadera misión del profeta, el profeta jamás da una interpretacion personal: «Ante todo, tengan muy presente que ninguna profecía de la Escritura surge de la interpretación particular de nadie. Porque la profecía no ha tenido su origen en la voluntad humana, sino que los profeta hablaron de parte de Dios, impulsados por el Espíritu santo.» 2 Pedro 1:20-21.
Micaías profetiza la muerte del Rey: «Yo vi a todo Israel esparcido por los montes, como ovejas que no tienen pastor; y Jehová dijo: Estos no tienen señor; vuélvase cada uno a su casa en paz.» 1 Reyes 22:17.
Entonces Acab decide ir en contra de la verdadera profecía y resuelve contra Micaías: «Asi ha dicho el rey: Echad a este a la cárcel, y mantenedle con pan de angustia y con agua de afliccion, hasta que yo vuelva en paz.» 1 Reyes 22:27.
Pero Acab no entiende que cuando una profecía es verdadera todo lo que hacemos en contra solo la refuerza. Es así que Acab invade Siria, y muere en batalla por una flecha, cumpliendo asi con las palabrad dichas por Micaías. Acab pagó con su vida el error de su soberbia, al dicernir sin sabiduría lo revelado por el espíritu de Dios.

El misterio de la Navidad: La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y lo llamarán Emanuel. Mateo 1:23

El nacimiento de Jesús se relaciona con el cumplimiento de la profecías de Emanuel en Isaías 7:14, el profeta lo llama además a Jesús, «príncipe de la paz» y «consejo» en Isaías 9:6-8. Jesús es una persona predestinada desde la eternidad por la Providencia, por eso el cumple con profecías. Jesús es «hijo del hombre», la personificación de las perfecciones de Dios: «Yo soy la puerta, el que entre por esta puerta, que soy yo, será salvo», Juan 10:9; «Yo soy el camino, la verdad y la vida», Juan 14:6.
El nacimiento de Jesús implica un cambio profundo en la historia de la humanidad, el viene con una enseñanza nueva, la doctrina del Reino de Dios, la primera doctrina ética en la historia de la humanidad.
Su misión es clara, Jesús viene con una sabiduría renovada a rehabilitar una humanidad oprimida por el deseo del mal, la ignorancia y el engaño. Jesús viene por aquellos que lo han perdido todo, incluso la esperanza. Jesús nos enseña a oponernos a la opresión que domina al mundo regalándonos un mensaje de salvación: Sean compasivos, así como su Padre es compasivo», Lucas 6:36; «Sean santos, porque yo soy santo», 1 Pedro 1:16. Comprender esto es comprender el verdadero misterio de la Navidad.
La Biblia nos narra el nacimiento de este increíble niño:
«El nacimiento de Jesús, el Cristo, fue así: Su madre, María, estaba comprometida para casarse con José, pero, antes de unirse a él, resultó que estaba encinta por obra del Espíritu Santo. Como José, su esposo, era un hombre justo y no quería exponerla a vergüenza pública, resolvió divorciarse de ella en secreto.
Pero, cuando el estaba considerando hacerlo, se le apareció en sueños un ángel del Señor y le dijo: ´José, hijo de David, no temas recibir a María por esposa porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.´
Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había dicho por medio del profeta: ´La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y lo llamarán Emanuel´ (que significa ´Dios con nosotros´).
Cuando José se despertó, hizo lo que el ángel del Señor le había mandado y recibió a María por esposa.» Mateo 1:18-25.

El hombre natural en la biblia: El que no tiene el Espíritu no acepta lo que procede del Espíritu de Dios

En la doctrina del Reino de los Cielos que nos presenta el apóstol Pablo hay una oposición continua entre el hombre espiritual y el hombre natural, el primero posee la gracia de la plenitud espíritu en cambio el segundo no. En la biblia el espíritu puede entenderse como el «deseo del bien» o la sabiduría inserta en el corazón del hombre. El hombre espiritual y el hombre natural representan mentalidades que se oponen entre si, una edificante, progresiva, asertiva, benévola; la otra caótica, destructiva, involutiva, injusta, retardante. La lucha ente el bien y el mal es eterna.
Pablo nos presenta estas lógicas del pensamiento de la siguiente manera: «El que no tiene el Espíritu no acepta lo que procede del Espíritu de Dios, pues para él es locura. No puede entenderlo, porque hay que discernirlo espiritualmente. En cambio, el que es espiritual lo juzga todo, aunque él mismo no esta sujeto al juicio de nadie, porque
´¿quién ha conocido la mente del Señor para que pueda instruirlo?´ , 1 Corintios 2:14-16.
El hombre natural razona de una manera muy especifica, su «ego», es decir su amor propio lo dirige hacia hacia los bienes aparentes, el dinero, el poder, la fama. Siguiendo este criterio el buscar la verdad no tiene ningún sentido, y menos preocuparse por el prójimo. El hombre natural se dice a si mismo que cada hombre tiene su propia concepción de lo que es verdadero.
La diferencia entre el hombre espiritual y el hombre natural la vemos con claridad en la parábola del buen samaritano (Lucas 10:25-37), el levita y el sacerdote son hombres naturales y frente a su prójimo necesitado pasan de largo, hay una cosificación del otro, es decir se lo percibe como a un objeto; en cambio el samaritano que es un hombre espiritual se conmueve y siente empatia, como resultado actúa de acuerdo a la regla de Oro; «haz por los demás lo que te gustaría que hicieran por ti», Mateo 7:12. Es por esto que las mentalidades se traducen en caminos: pecamos o vivimos rectamente, como lo explica el Salmo 1, el salmo de los dos caminos. La conducta del hombre natural esta ordenada a destrucción, en cambio la conducta del hombre espiritual esta ordenada a la contemplación de Dios, la misma vida eterna.

¿Por qué debemos pedir sabiduría a Dios? La importancia de entrar al Reino de los Cielos

El Reino de los Cielos es la cultura de la excelencia: «Por tanto, sean perfectos, así como su Padre celestial es perfecto», Mateo 5:48. El Reino pregonado por Jesús es fundamentalmente un dominio o gobierno ético fundamentado en Dios: «Jesús le dijo: ¿Por que me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino solo uno, Dios.», Marcos 10:18.
Vivir los dones espirituales (los dones son perfecciones) es vivir eticamente porque todos los dones son buenos por definición.
¿Qué mas excelente que la sabiduría de lo alto, que proviene del mismo Dios?: «Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y el se la dará, pues Dios da a todos generosamente sin menospreciar a nadie.», Santiago 1:5
La sabiduría de lo alto es el conocimiento de los medios correctos para vivir. La importancia de pedir sabiduría es fundamental, no podemos entrar al Reino de los Cielos sin sabiduría, porque cuando aprendemos sabiduría aprendemos a ser asertivos, es decir aprendemos a ser precisos y exactos; como por ejemplo en el juicio del Rey Salomón a las dos prostitutas en 1 Reyes 3:16-28, como cuando Jesus salva a la prostituta de ser apedreada: «Aquel de ustedes que este libre de pecado, que tire la primera piedra.», Juan 8:7
Cuando tomamos una decisión acertamos o fallamos, los valores, los mandamientos y el amor son formas del error, herejías que nos alejan del camino de la misericordia, del camino de la piedad. Además la ley del retorno premia la acertividad y castiga el error, la falla: «No se engañen: de Dios nadie se burla. Cada uno cosecha lo que siembra», Gálatas 6:7.
Solo cuando recibimos sabiduría es cuando aprendemos a resolver correctamente los problemas: «La sabiduría es lo primero. ¡Adquiere sabiduría! Por sobre todas las cosas, adquiere discernimiento», Proverbios 4:7. La sabiduria además vale tanto como el dinero: «Porque la sabiduría protege como el dinero protege. Pero la ventaja del conocimiento es que la sabiduría preserva la vida de sus poseedores. Eclesiastés 7:12.
Dios quiere bendecirnos con su conocimiento, pero todo depende de que camino elijamos, y como lo explica el antiguo testamento: «Hoy pongo al cielo y a la tierra por testigos contra ti, de que te he dado a elegir entre la vida y la muerte, entre la bendición y la madición», Deuteronomio 30:19.

La iluminación espiritual: «Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen», Mateo 5:44

Jesús en los evangelios nos alerta sobre las herejías, la enseñanza del error: «Ustedes han oído que se dijo: ´Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo´.» Mateo 5:44.
Pero luego nos explica en que consiste la iluminación espiritual: «Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen, para que sean hijos de su Padre que está en el cielo. Él hace que salga el sol sobre malos y buenos, y que llueva sobre justos e injustos. Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa recibirán? ¿ Acaso no hacen eso hasta los recaudadores de impuestos? Y, si saludan a sus hermanos solamente, ¿qué de mas hacen ustedes? ¿Acaso no hacen esto hasta los gentiles?», Mateo 5:44-47.

Qué es el amor incondicional, el amor por el amor mismo.

El amor a los enemigos significa que el que ama de verdad no puede odiar y no puede desearle el mal a nadie, ser puro de corazón no es ser tonto sino una persona que ve el mundo con los ojos de Dios: «Todas las cosas son puras para los puros», Tito 1:15.
El Amor don de Dios es el amor proyectado hacia toda la obra de Dios, y es además el amor libre de pasiones, porque las pasiones dividen la mente e inclinan al hombre al error, si en Dios hubiese pasiones habría una voluntad por la pasión y otra por la razón y Dios seria divisible: Padre, hijo y Espíritu Santo son una sola sabiduría, explica Tomás de Aquino: «Para que todos sean uno. Padre, así como tú estas en mí y yo en ti, permite que ellos también estén en nosotros.», Juan 17:21.
Cuando recibimos este amor es cuando alcanzamos el estado de iluminación espiritual, en el cristianismo esto se llama estar lleno del espíritu santo: «Y esta esperanza no nos defrauda, porque Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado.», Romanos 5:5.
Por este amor incondicional, somos semejantes a Dios en esencia, somos sabios como Dios es sabio: «Por tanto, sean perfectos, así como su Padre celestial es perfecto», Mateo 5:48. En términos prácticos Jesús nos esta explicando que la iluminación del alma como tal es hacer lo correcto porque es lo correcto, y no porque hay una ganancia personal que es lo que hacen los herejes y los paganos, que es la gente ignorante y mal educada.
El sentido de la vida recordemos, es aumentar el orden y la perfección del universo, y como los dones son perfecciones, Dios creo al hombre para aumentar los dones y así llevar la creación a su completa perfección.