Cuando Dios corrige: Respondan a mis reprensiones, y yo les abriré mi corazón. Proverbios 1:23

La sabiduría de Dios no trabaja con «el debe ser» o el «debería ser así», la vida no es fácil y muchas veces los problemas no se presentan en la manera en la que realmente son, y además no ven con la anticipación debida, y por lo general cuando se actúa contra ellos ya es demasiado tarde, la claridad de pensamiento y la visión de largo plazo no es algo frecuente en la personas, y usualmente las personas actúan únicamente sobre sus necesidades mas inmediatas con generalizaciones muy pobres y básicas, «me las sé todas» se dice a si mismo el necio; esto es lo que se conoce como el razonamiento del «palo y a la bolsa», y de acá al desastre hay un solo paso, un ejemplo sobre esto es el problema del cambio climático a nivel global, la falta de decisiones claras sobre este tema en la clase política mundial es notoria.
Y sobre estas cosas trata la sabiduría, la sabiduría interactua con la creatividad, la intuición y la inspiración; la sabiduría permite una apreciación de la realidad y los problemas de una manera diferente, cuando algo es sabio es por que es lo preciso y lo exacto teniendo en cuenta no solo el corto plazo sino también el largo plazo, la sabiduría se anticipa a los problemas, la sabiduría es de naturaleza divina porque es perfecta como Dios es perfecto. Así nos llama la sabiduría: «Respondan a mis reprensiones, y yo les abriré mi corazón; les daré a conocer mis pensamientos» Proverbios 1:23.
Pero el libro de Proverbios nos dice que muchas veces los hombres son caprichosos y viven siguiendo sus pasiones pasajeras: «Como ustedes no me atendieron cuando los llamé, ni me hicieron caso cuando les tendí la mano, sino que rechazaron todos mis consejos y no acataron mis reprensiones ahora yo me burlaré de ustedes cuando caigan en desgracia» Proverbios 1:24-26. Pero la sabiduría nos dice el libro, premia a sus hijos, Dios de algún modo corrige, con premios y castigos: «Pero el que me obedezca vivirá tranquilo, sosegado y sin temor del mal» Proverbios 1:33.

Anuncio publicitario

El hombre espiritual: «Así que no nos fijamos en lo visible, sino en lo invisible» 2 Corintios 4:18

La doctrina del Reino de Dios tiene un fundamento metafísico, de hecho cuando Jesús habla de los misterios del Reino de los Cielos esta hablando de los misterios de la metafísica. Aristóteles en su Libro Metafísica explica que hay dos tipos de objetos, los que podemos percibir con la inteligencia y los que podemos percibir con los sentidos físicos. Objetos que podemos percibir con la inteligencia son por ejemplo los números, la sabiduría, la bienaventuranza.
Comprender el funcionamiento de las realidades invisibles es fundamental para comprender la espiritualidad, la perfeccion de Dios se manifiesta en la perfeccion de sus obras: «Porque desde la creación del mundo las cualidades invisibles de Dios, es decir, su eterno poder y su naturaleza divina, se perciben claramente a través de lo que él creó, de modo que nadie tiene excusa» Romanos 1:20.
El apóstol Pablo nos explica que la guerra espiritual es la búsqueda por lo que es eterno y que no esta sujeto a cambios: «Así que no nos fijamos en lo visible, sino en lo invisible, ya que lo que se ve es pasajero, mientras que lo que no se ve es eterno» 2 Corintios 4:18. Pero para comprender esta enseñanza de Pablo necesitamos de una gracia especial, si vivimos como hombres naturales el mundo inmaterial no tiene ningún sentido: «El que no tiene el Espíritu no acepta lo que procede del Espíritu de Dios, pues para él es locura. No puede entenderlo, porque hay que discernirlo espiritualmente» 1 Corintios 2:14. En la Biblia hay una oposicion entre el hombre natural en el que prevalecen los placeres del cuerpo, y el hombre espiritual en el que prevalece la bienaventuranza.
El hombre espiritual es el hombre capacitado por la gracia del espíritu para comprender y captar con la inteligencia la verdad. La verdad existe, es lo preciso y lo exacto, la verdad es una concordancia, la verdad no es algo que dependa de la opinión personal. Sobre el hombre espiritual Pablo explica: «El que es espiritual lo juzga todo, aunque él mismo no está sujeto al juicio de nadie, porque ´´ ¿quien ha conocido la mente del Señor para que pueda instruirlo?´» 1 Corintios 2:15-16.

¿Podemos crecer espiritualmente como personas si seguimos los diez mandamientos?

Los diez mandamientos de la Ley de Moisés no forman parten de la doctrina del Reino de Dios así como el rito de la circuncisión. El Reino de Dios es el dominio de la piedad, el imperio de la misericordia, el gobierno del mejoramiento continuo: «Sean compasivos, así como su Padre es compasivo» Lucas 6:36. La espiritualidad fundamentalmente consiste en vivir los dones espirituales, o en términos mas filosóficos en vivir las virtudes perfectas. Los dones espirituales son camino, verdad y vida, los dones son camino porque se viven, son verdad porque son lo preciso y lo exacto, y cuando la verdad no es suficiente los dones son vida, como lo explica Jesús en Juan 14:6. La doctrina enseñada por Jesús es una doctrina fundamentalmente ética, vivir los dones es vivir eticamente porque todos los dones espirituales son buenos por definición (los dones espirituales son perfecciones).
El problema de los diez mandamientos es que esta ausente el concepto de progresividad, el cumplimiento de los mandamientos no implica crecimiento. Los diez mandamientos con un conjunto de imperativos u órdenes que están simplemente para indicarnos donde esta el pecado: «Pero yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás» Romanos 7:7, es más según el apóstol Pablo la ley de Moisés es contraproducente porque la ley en algún punto nos inclina al error: «Y hallé que el mismo mandamiento que era para vida, a mí me resultó para muerte; porque el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, me engañó, y por el me mató.» Romanos 7:11. Los diez mandamientos trabajan sobre una idea muy simple, somos todos pecadores, pero si Jesús con su vida nos liberó de esta condición de servidumbre al error, también estamos libres de la ley: «Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas» Mateo 23:4. Seguir a Jesús es seguir el camino de la rectitud, en esto consiste crecer espiritualmente como personas.

Jesús es el hijo del hombre en la Biblia: «Yo soy el camino, la verdad y la vida», Juan 14:6

Jesús nos enseña que él personifica la rectitud de Dios, Jesús es el hijo del hombre. La rectitud no es una virtud, la rectitud es una perfección, la rectitud es el máximo principio ético del hombre, y por lo tanto un don espiritual: «Por tanto, sean perfectos, así como su Padre celestial es perfecto», Mateo 5:48. La rectitud es la vida en gracia de Dios, la rectitud no es «no pecar» ni tampoco la regla de plata; la rectitud es una exigencia que nos coloca frente a la necesidad del bien, la rectitud es la regla de oro: «Así que en todo traten ustedes a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes. De hecho, esto es la ley y los profetas» Mateo 7:12. Por este don espiritual imitamos al Señor Jesús y somos participes del Reino de los Cielos y de sus bendiciones y promesas: «Por tanto, imiten a Dios, como hijos muy amados» Efesios 5:1, así lo explica el apóstol Pablo.
El don espiritual de la rectitud tiene tres características que lo definen, la rectitud es camino, verdad y vida. La rectitud es camino porque los dones son progresivos, los dones se viven porque se crece, todos tenemos un ranking o un millaje de rectitud, cuanto mayor es nuestro ranking más cerca estamos de nuestro Señor Jesús, de su sabiduría y de la iluminación espiritual interior, también conocida como Gnosis.
La rectitud también es verdad porque es lo preciso y lo exacto, la rectitud es lo opuesto al error, al pecado. Este don nos ilumina interiormente, nos llena el corazón de felicidad y alegría, recordemos que Aristóteles nos explica que a mayor virtud mayor felicidad, la rectitud es una forma de virtud perfecta, y nos hace saber la voluntad de Dios para nuestras vidas. La rectitud como don nos da una mayor calidad de vida y no lleva hacia la longevidad (don espiritual de la Inmortalidad).
La rectitud también es vida, porque cuando la verdad no es suficiente es necesaria la vida, como en el caso de las mentiras piadosas. Un caso de rectitud es la parábola del buen samaritano, esta parábola está como recordatorio permanente de cómo deben obrar los cristianos en un mundo dominado por la opresión, la mentira y el engaño, frente a nuestro prójimo seguimos de largo y hacemos como que no miramos o salimos a ofrecer nuestra ayuda, Jesús nos explica que tenemos que elegir.

Acierto y error, el problema de la ética: ¿Quién está consciente de sus propios errores? Salmo 19:12

Los seres humanos buscamos la felicidad naturalmente nos explica Aristóteles en Ética a Nicómaco, pero la búsqueda de la felicidad es un error, los que la buscan finalmente no la encuentran o en el mejor de los casos se reduce a simples momentos pasajeros. La Biblia nos enseña que los seres humanos estamos sujetos a leyes éticas y que tenemos que elegir entre dos caminos. La felicidad es un verdadera forma pertenece a las personas precisas y exactas, es decir a los que elijen el camino de la verdad o el acierto, porque estas personas son las que controlan los efectos negativos y positivos de la ley de la cosecha y la siembra explicada por la Biblia: «No se engañen: de Dios nadie se burla. Cada uno cosecha lo que siembra» Gálatas 6:7.
El Salmo 19 nos muestra el que quizás sea el problema fundamental de la ética en el hombre, tenemos que elegir entre la verdad (precisión y exactitud) y el error. Siguiendo la enseñanza del Salmo 1, el salmo de los dos caminos; la verdad o asertividad por un lado, y el error o el pecado por otro, son caminos y discernimientos (mentalidades), para los primeros la inmortalidad (don de la longevidad) y la vida eterna (vida contemplativa), para los segundos la ruina: «Porque el SEÑOR cuida el camino de los justos, mas la senda de los malos lleva a la perdición» Salmo 1:6.
La ley de Dios es completa y fuente de toda sabiduría nos dice el Salmo 19, los que meditan en ella evitan el error y encuentran el conocimiento, la luz y la alegría:
«La ley del SEÑOR es perfecta:
infunde nuevo aliento.
El mandato del Señor es digno de confianza:
da sabiduría al sencillo.
Los preceptos del SEÑOR son rectos: traen alegría al corazón.
El mandamiento del SEÑOR es claro:
da luz a los ojos» Salmo 19:7-8.
En el hombre sensato esta el evitar el error y buscar el camino de la rectitud:
«¿Quién está consciente de sus propios errores?
¡Perdóname aquellos de los que no estoy consciente!
Libra, además, a tu siervo de pecar a sabiendas;
no permitas que tales pecados me dominen.
Así estaré libre de culpa
y de multiplicar mis pecados» Salmo 19:12-13.

La falsa bienaventuranza: Pero ¡ay de ustedes los ricos, porque ya han recibido su consuelo!

Jesús, a diferencia de la filosofía griega que nos pone la felicidad como bien supremo, nos explica que hay una verdadera y una falsa felicidad en los evangelios. La doctrina del Reino de Dios se sintetiza en una idea muy simple: dos caminos (la rectitud y el pecado), dos retribuciones (frutos de vida y obras de la carne). El salmo 1, el salmo de los dos caminos, lo explica de esta manera: «Porque el SEÑOR cuida el camino de los justos, mas la senda de los malos lleva a la perdición» Salmo 1:6.
Jesús nos enseña que hay un camino que puede parecer lógico a muchos pero que es un camino de apariencias donde la felicidad es simplemente un momento pasajero como las nubes llevadas por el viento, la felicidad en su verdadera forma es un estado de la mente que surge de la vida contemplativa (Juan 17:3), Jesús nos alerta contra la falsa bienaventuranza, o las cuatro maldiciones, del evangelio de Lucas:
«Pero ¡ay de ustedes los ricos, porque ya han recibido su consuelo!
¡Ay de ustedes los que ahora están saciados, porque sabrán lo que es pasar hambre!
¡Ay de ustedes los que ahora ríen porque sabrán lo que es derramar lágrimas!
¡Ay de ustedes cuando todos los elogien!
Dense cuenta de que los antepasados de esta gente trataron así a los falsos profetas» Lucas 6:24-26.
La falsa bienaventuranza, o malaventuranza, nace del amor del hombre dirigido hacia los falsos bienes como el dinero: «No amen al mundo ni nada de lo que hay en él. Si alguien ama al mundo, no tiene el amor del Padre. Porque nada de lo que hay en el mundo—los malos deseos del cuerpo, la codicia de los ojos, y la arrogancia de la vida—proviene del Padre, sino del mundo» 1 Juan 2:15-16.
El excesivo amor enfocado hacia los bienes aparentes nos pone en conflicto con Dios y con el prójimo porque los bienes materiales son escasos, una vida llena de pecados es su resultado: «¿No saben que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Si alguien quiere ser amigo del mundo se vuelve enemigo de Dios» Santiago 4:4. Indefectiblemente la falsa bienaventuranza dirige al hombre hacia la destructividad y el sufrimiento, no hay paz para los que siguen el camino equivocado, en definitiva la retribución de la malaventuranza es la ruina: «Porque la paga del pecado es muerte, mientras que la dádiva de Dios es vida eterna» Romanos 6:23.

Misterios espirituales: el significado de la Parábola de la moneda perdida en los evangelios

«¿A qué se parece el reino de Dios?—continuó Jesús—. ¿Con qué voy a compararlo?» Lucas 13:18. El Señor Jesús nos introduce en la enseñanza de los misterios espirituales a través de la enseñanza de Parábolas. El objetivo de estos cuentos, fábulas, o historias que nos relata el maestro Jesús es ilustrarnos con comparaciones de la vida cotidiana determinados conceptos de la doctrina espiritual como por ejemplo, la expansividad, la progresividad, la autoayuda, el autonocimiento.
La misericordia es un de los dones mas importantes de la doctrina del Reino de los Cielos, la misericordia se define como amabilidad, afabilidad, gentileza, compasión, benevolencia, benedicencia (evitar hablar mal de los demás). La misericordia es el camino hacia la iluminación espiritual (Gnosis, Juan 3:3-8); la misericordia cuando es vivida con constancia establece fuertes vínculos de solidaridad entre los convivientes, sin misericordia el hombre se reduce a la impiedad y la barbarie: ¡Cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos convivan en armonía! Salmos 133:1.
Muchas de las parábolas de Jesús se refieren a este hermoso don espiritual como por ejemplo la Parábola del Buen Samaritano, la Parábola de la oveja perdida y encontrada, la Parábola de la moneda perdida, y la Parábola del hijo prodigo.
Jesús es criticado por los fariseos por sentarse a comer con publicanos, prostitutas y pecadores, pero Jesús les responde amablemente explicándoles su misión, él por su infinita misericordia no viene por los que están sanos sino por los que están perdidos, como esa mujer que busca en su casa la moneda que esta perdida:
«O supongamos que una mujer tiene diez monedas de plata y pierde una. ¿No enciende una lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? Y, cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: ´Alégrense conmigo; ya encontré la moneda que se me había perdido´. Les digo que así mismo se alegra Dios con sus ángeles por un pecador que se arrepiente.» Lucas 15:8-10.
Jesús viene a nuestras vida a enseñarnos el camino correcto de la vida: «Sean compasivos, así como su Padre es compasivo». Lucas 6:36.

La unidad en el espíritu: Pero el que se une al Señor se hace uno con él en espíritu, 1 Corintios 6:17

El apóstol Pablo en su primera epístola a los Corintios nos habla de la importancia de la unidad en el espíritu, los creyentes en el Reino de Dios por la gracia del espíritu santo, el espíritu de sabiduría, conforman un solo cuerpo espiritual: «Pero el que se une al Señor se hace uno con él en espíritu» 1 Corintios 6:17.
Cuando el amor es progresivo, expansivo, edificante, benévolo ese amor se convierte en una fuerza de unión, la Caridad (Ágape) une a las personas porque la caridad nos transforma y nos hace personas nuevas porque este amor nos permite ver el mundo con los ojos de Dios: «Para los puros todo es puro», Tito 1:15. Es por este motivo que Jesús es tan insistente con el amor al prójimo, el amor proyectado hacia toda la obra de Dios: «Este mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros» Juan 13:34.
Pablo retoma el tema de la unidad con una metáfora muy original, la unidad en el espíritu trae la unidad en la comunión; todos los bautizados son miembros de un cuerpo nuevo, la iglesia, y con Cristo como cabeza: «De hecho, aunque el cuerpo es uno solo, tiene muchos miembros, y todos los miembros, no obstante ser muchos, forman un solo cuerpo. Así sucede con Cristo. Todos fuimos bautizados por un solo Espíritu para constituir un solo cuerpo—ya seamos judíos o gentiles, esclavos o libres—, y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.» 1 Corintios 12:12-14. Y la administración de este cuerpo requiere de la sabiduría de Dios, porque hay un pecado que destruye la unidad y es la acepción de personas, cuando hay acepción de personas se crean muros que excluyen a los mas indefensos y necesitados y esto es la antesala a los odios y las guerra privadas. Levantamos muros o construimos puentes. El apóstol Pablo reflexiona sobre esta transformación que nos trae la gracia, todos somos uno con cristo nuestro señor: «Ahora bien, ustedes son el cuerpo de Cristo, y cada uno es miembro de ese cuerpo» 1 Corintios 12:27.

Cuando es amor es edificante y progresivo el amor es fuerza de unión.

Dios es amor: Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a nuestros hermanos

El apóstol Juan en su primera epístola nos habla de como tenemos que vivir para alcanzar la promesa de la verdadera vida, la vida que una vez obtenida no puede ser quitada, por eso es vida eterna, porque nos acompaña para siempre: «Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero» Juan 17:3.
En la doctrina del Reino de los Cielos, el dominio de las perfecciones divinas, esta vida es un imperativo, una exigencia, porque el verdadero bien del hombre no es la felicidad, sino que es alcanzar la integridad o la madurez, sino somos íntegros no podemos conocer la gracia y el misterio de Dios. Por eso nos dice la Biblia es ante todo necesario un cambio de mirada, porque el que permanece en el pecado no puede conocer el amor de Dios (Ágape) y la vida contemplativa nos explica Juan: «Todo el que comete pecado quebranta la ley; de hecho, el pecado es transgresión de la ley.» 1 Juan 3:4.
Por eso hay una elección de excluyente para recibir el amor sobrenatural, es decir la gracia de lo alto; la vida recta por un lado, y una vida llena de pecados por el otro, elegimos entre el camino de Abel y el camino de Caín: «Ninguno que haya nacido de Dios practica el pecado, porque la semilla de Dios permanece en él; no puede practicar el pecado, porque ha nacido de Dios. Así distinguimos entre los hijos de Dios y los hijos del diablo: el que no practica la justicia no es hijo de Dios; ni tampoco lo es el que no ama a su hermano» 1 Juan 3:9-10.
El apóstol nos enseña una regla para reconocer el verdadero amor y diferenciarlo del mal amor: «Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a nuestros hermanos. El que no ama permanece en la muerte. Todo el que odia a su hermano es un asesino, y ustedes saben que en ningún asesino permanece la vida eterna» 1 Juan 3:11.
Y este amor nos dice el apóstol debe traducirse en hechos concretos: «Si alguien que posee bienes materiales ve que su hermano está pasando necesidad y no tiene compasión de él, ¿cómo se puede decir que el amor de Dios habita en él? Queridos hijos, no amemos de palabra ni de labios para afuera, sino con hechos y de verdad.» 1 Juan 3:17-18.
Porque al final Dios esta presente y premia a quienes lo buscan: «Dios es más grande que nuestro corazón y lo sabe todo. Queridos hermanos, si el corazón no nos condena, tenemos confianza delante de Dios, y recibimos todo lo que le pedimos porque obedecemos sus mandamientos» 1 Juan 3:19-22.

Los peligros de los sueños: Creer en los sueños es querer agarrar una sombra o perseguir el viento

Hay muchos estudios sobre el tema de los sueños y muchos buscan significado en ellos, el tema es que muchos sueños pueden significar algo, pero la mayoría no significan absolutamente nada, y expresan simplemente algún problema no resuelto o la resolución de alguna angustia cotidiana.
El problema de los sueños consiste en saber discernir, pero el discernimiento en este problema no es el discernimiento cotidiano de elegir entre el bien y el mal, sino el discernimiento entendido como don espiritual, que discierne las realidades espirituales, la comprensión de los sueños esta mas allá de la razón humana y es un proceso profundamente intuitivo (la intuición es una facultad espiritual).
Además el problema de la interpretación de los sueños tiene un punto en contra, la interpretación y análisis se hace es siempre sobre los sueños lúcidos, cuando estos son en realidad la mínima parte de estos. La interpretación de los sueños es un arma de doble filo que encierra sus peligros, porque así como nos puede ayudar también nos puede arruinar, recordemos que no estamos hablando de una ciencia sino de un arte.
La Biblia nos explica constantemente que los sueños con un vinculo con los divino y su correcta interpretación es un don espiritual, como Daniel que interpreta los sueños del Rey de Babilonia o José quien interpreta los sueños del faraón, estamos hablando de personas que manejan la intuición en su nivel mas profundo, es decir personas que logran racionalizar conceptos que están en otros planos al que la mayoría de la gente no logra acceder.
La Biblia nos advierte, con un grupo de consejos muy fáciles de seguir, que frente a los sueños debemos comportarnos sabiamente y no como necios, porque ambos tienen su retribución:
«Los tontos viven de falsas esperanzas;
los sueños dan alas a los insensatos.
Creer en los sueños
es querer agarrar una sombra o perseguir el viento.
Lo que uno ve en sueños es sólo una imagen,
como un rostro reflejado en un espejo.
Nada limpio puede venir de la suciedad;
ninguna verdad puede tampoco venir de la mentira.
Adivinaciones, pronósticos y sueños son cosas sin valor,
fantasías como las de mujer de parto.
Si no vienen de parte del Altísimo,
no les prestes la menor atención.
Porque muchos se dejaron engañar por los sueños,
y por creer en ellos se arruinaron.» Eclesiástico 34:1-7.