La Biblia nos enseña la importancia del don de la generosidad. Hay una generosidad que es el resultado de las máscaras y las apariencias; pero la generosidad que nace del corazón es la generosidad que se siembra progresivamente, paulatinamente, con constancia y alegría frente a las necesidades de nuestro prójimo: «Cada uno debe dar según lo que haya decidido en su corazón, no de mala gana ni por obligación, porque Dios ama al que da con alegría», 2 Corintios 9:7.
La generosidad que nace del corazón es importante porque todas nuestra acciones están sujetas a la Ley de la cosecha y la siembra, una ley cósmica, de balance, aprendizaje y retribución: «Recuerden esto: «El que siembra escasamente, escasamente cosechará, y el que siembra en abundancia, en abundancia cosechará» 2 Corintios 9:6.
Como nos enseña la conversión de Zaqueo, que tocado en el corazón por Jesús, se convierte al Reino de Dios y decide ser generoso con los pobres:
«Llegando al lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo:—Zaqueo, baja en seguida. Tengo que quedarme hoy en tu casa.
Así que se apresuró a bajar y, muy contento, recibió a Jesús en su casa. Al ver esto, todos empezaron a murmurar: ´Ha ido a hospedarse con un pecador´.
Pero Zaqueo dijo resueltamente:—Mira, Señor: Ahora mismo voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes y , si en algo he defraudado a alguien, le devolveré cuatro veces la cantidad que sea» Lucas 19:5-8.
Dios por la fe, nos otorga la gracia para ser generosos con el prójimo: «Y Dios puede hacer que toda gracia abunde para ustedes, de manera que siempre, en toda circunstancia, tengan todo lo necesario, y toda buena obra abunde en ustedes. Como está escrito: ´´ Repartió sus bienes entre los pobres; su justicia permanece para siempre´. » 2 Corintios 9:8-9.
La generosidad crea lazos de solidaridad entre los hombres: «Y aquel que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá los recursos de ustedes y los multiplicará, aumentándoles así sus frutos de justicia, para que sean ustedes enriquecidos en todo, para toda generosidad, que por medio de nosotros produce acción de gracias a Dios» 2 Corintios 9:10-11.
La generosidad nos hace semejantes a Dios («Sean santos, porque yo soy santo» 1 Pedro 1:16) y hermanos de nuestro prójimo.
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«La generosidad que nace del corazón es importante porque todas nuestra acciones están sujetas a la Ley de la cosecha y la siembra, una ley cósmica, de balance, aprendizaje y retribución: «Recuerden esto: «El que siembra escasamente, escasamente cosechará, y el que siembra en abundancia, en abundancia cosechará» 2 Corintios 9:6.»
«La generosidad nos hace semejantes a Dios («Sean santos, porque yo soy santo» 1 Pedro 1:16) y hermanos de nuestro prójimo.»
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